Yo soy un cocinillas, señoras y señores de la RAE, pero no como ustedes dicen

Yo soy un cocinillas, señoras y señores de la RAE pero no como ustedes dicen, por lo que creo que sería oportuno que revisen la definición de esta palabra, en particular, en su primera acepción. Desde hace unos días, se ha despertado la polémica con algunas definiciones consideradas sexistas que contiene el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua, que hoy queremos analizar. En particular, la definición del vocablo cocinillas me parece desacertada por varios motivos.

Según el diccionario, en la primera acepción de la palabra cocinillas -en singular cocinilla- se alude de forma coloquial al hombre que se entromete en las tareas domésticas, especialmente en las de cocina. Tal definición, resulta sexista ya que presupone que las tareas domésticas no son tareas del hombre, y que si las hace, es "entrometiéndose", es decir, metiéndose donde no le llaman, o inmiscuyéndose en lo que no le toca, como si al hacer tareas domésticas un hombre estuviera haciendo cosas que no son de su incumbencia o de su responsabilidad.

La palabra entrometer remite a entremeter y este verbo, -en su tercera acepción, "dicho de una persona..."-, queda definido de la forma antes señalada, por lo que la combinación de ambas palabras, cocinillas y entremeter resulta sexista. Bien es cierto que hay otra acepción que dice que entremeterse en algo significa intentarlo o emprenderlo, pero eso también resulta sexista porque uno intenta o emprende algo que no hace habitualmente y por tanto estaríamos en las mismas.

En cuanto a la segunda acepción de la palabra cocinillas, que en el diccionario también se señala como una expresión coloquial, si bien es cierto que es muy utilizada sin connotaciones sexistas en el habla de la calle, creo que sería más correcta si fuera la única acepción de dicha palabra, eliminando la primera y terminando así con esta desafortunada situación.

Así lo entiendo yo, y les ruego que tomen nota, por si está en su mano modificar algo tan molesto para quienes consideramos sexista la primera acepción. La polémica sobre la definición de cocinillas se inició, como sin duda recordarán los señores de la RAE, con una petición que les hizo Cristina H, en su cuenta de Twitter para que reconsiderasen este tema.

Yo no soy cocinero, no tengo tal titulación, aunque llevo cocinando y enseñando a cocinar de forma habitual a diario desde hace más de diez años. Puedo decir que soy autodidacta, aunque he tenido la suerte de aprender de grandes cocineros y chefs en numerosos cursos, talleres, clases magistrales y charlas informales. También he aprendido mucho gracias a los libros y publicaciones digitales, blogs y otros medios, donde he encontrado la información necesaria para desarrollar mi afición y mi actual profesión.

En consecuencia, podría decir que soy una persona aficionada a cocinar, pero no puedo admitir que me consideren un cocinillas, porque tal expresión tiene connotaciones despectivas. Si esa fuera la única acepción de la palabra cocinillas, -como por otra parte lo es mayoritariamente para la sociedad- podría sentirme más cómodo con tal expresión, pero mientras estén ambas y prime la situada en primera posición, la definición de cocinillas que tiene el Diccionario es desafortunada y molesta para quienes defendemos la igualdad de derechos, también en las tareas del hogar y en la cocina.

Al igual que me molesta ver en el diccionario que el conjunto de las mujeres son el sexo débil, o el bello sexo, -por más que sea una expresión común y por desgracia utilizada a menudo- me molesta ver que desde tan importante institución como la Real Academia de la Lengua se apoyen esos vocablos sexistas manteniéndolos en vigor.

Cuando era pequeño estudié que la Real Academia, dice en su lema que "limpia, fija y da esplendor". Pues bien, creo que es hora de que limpien ese tipo de definiciones que ya no tienen nada que ver con el sentimiento mayoritario de una sociedad madura en la que la diferencia de tareas en función del género resulta inaceptable.

Su labor no debe ser solamente reflejar las palabras que se utilizan en la calle y admitir nuevas palabras cada año, como resultado de su nueva utilización por la población. En mi opinión también deberían adaptar las definiciones a la realidad del momento y eliminar las que por razones de justicia, deban desaparecer del diccionario.

Su labor debe ser también educativa o prescriptiva, no meramente descriptiva y en consecuencia, si existe esa definición y está en la calle, deberían ustedes acotarla indicando que es una expresión despectiva, en desuso y situarla en su posición lógica, como segunda o tercera acepción, poniendo en primer lugar la de "Persona aficionada a cocinar".

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