Hoy andamos clasicotes y nos ha dado por preparar una receta de toda al vida, tradicional donde las haya, que seguro habréis visto en los mostradores de muchas pastelerías. Se trata de los borrachitos o bizcochos borrachos, un bocado ideal para acompañar la sobremesa.
Se pueden hacer en varios formatos, más grandes, más pequeños, circulares, rectangulares, etc. Nosotros hemos optado por un corte generoso para que sirvan de postre, pero sin pasarnos con el tamaño. Quedan magníficos si los hacéis en tamaño bocado, ideales para comer con los dedos.
El bizcocho genovés es su base y no recomendamos que uséis ninguna otra receta. Esta es perfecta porque absorbe el almíbar con facilidad y no lleva grasa alguna. Solo huevos, azúcar y un poco de ralladura de limón para aportar un toque extra de sabor, que es totalmente opcional. Vamos al lío.
Separamos las yemas de las claras y colocamos cada cual en un cuenco amplio, limpio y bien seco. Añadimos el azúcar y un poco de ralladura de limón al cuenco con las yemas y batimos con unas varillas eléctricas hasta triplicar su volumen y conseguir una crema blanquecina. Reservamos.
Lavamos y secamos las varillas y batimos las claras a punto de nieve. Tienen que quedar bien firmes, que al voltear el recipiente se mantengan en su sitio. Le añadimos las yemas montadas y las integramos con movimientos envolventes, para no perder el aire.
A continuación incorporamos la harina, pasada por un colador y en tres veces. Removemos con suavidad y continuando con los movimientos envolventes hasta obtener una masa homogénea con la que rellenar un molde rectangular de 20 x 23 cm aproximadamente forrado con papel vegetal.
Cocemos el bizcocho en el horno, precalentado a 180ºC con calor arriba y abajo, durante 15 minutos. Mientras tanto preparamos el almíbar cociendo el agua, el azúcar y el ron en un cacito a fuego medio-bajo durante 10 minutos. Retiramos y reservamos.
Cuando el bizcocho esté bien cocido lo retiramos del horno y dejamos que se enfríe antes de desmoldar y cortar en porciones. Pincelamos cada trozo generosamente con el almíbar, que queden bien empapados y jugosos.
En el momento de servir los borrachitos, los podemos decorar con canela molida, azúcar glas, nata montada, guindas, frutos secos, etc. Aunque tal cual, sin florituras, están espectaculares.
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Con qué acompañar los borrachitos
Si los hacemos en tamaño bocado, para comer con los dedos, los borrachitos son perfectos para acompañar el café, la infusión o la copita de licor de la sobremesa. Pero si los preparamos más grandes, como postre, agradecerán un poco de chantilly y unas frutas como guarnición.
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