Hoy vamos a preparar un dulce catalán que me apasiona. Voy a contaros cómo hacer carquinyolis, una receta muy fácil de la repostería de la cocina catalana ideal para la sobremesa. El truco está en el doble horneado, primero en bloque y después una vez cortados. Ya veréis cómo os salen a la primera con esta receta infalible que me enseñaron en Tots a Taula, una escuela de cocina de la ciudad de Girona.
Los carquinyolis son una especie de biscotes duros con almendras, muy habituales en la provincia de Girona y el resto de Cataluña. Son muy similares a los biscotti italianos, que en realidad se llaman cantucci, y también tienen versiones parecidas en Francia como los croquants aux amandes. Lo habitual es hacerlos y guardarlos para cuando apetecen porque duran muchos días en perfecto estado. Puedes tomarlos con el café, acompañando un postre o con cualquier disculpa porque una cosa está clara: están buenísimos.
Los carquinyolis se hacen habitualmente con almendras sin pelar puestas en remojo durante unos 20 a 30 minutos. También se pueden preparar con avellanas o con otros frutos secos que os gusten o con mezcla de varios -nueces, avellanas y almendras, por ejemplo-.
Mezclar todos los ingredientes en un bol -menos un huevo- hasta que la masa resultante no se pegue demasiado. Añadir las almendras escurridas y mezclar ligeramente para que queden bien repartidas en la masa. Precalentar el horno a 180º
Extender la mezcla en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado o con un silpat formando una especie de barra de pan de unos 5 cm de ancho. Barnizar con el otro huevo batido y hornear. Al hornearse, la masa subirá y se ensanchará un poco.
Tras 15 minutos de horneado, la barra tendrá un aspecto de pan tostado. Sacar la barra del horno y cortarla en rebanadas de un cm y medio de ancho aproximadamente y volver a hornearlas colocando las rebanadas tumbadas sobre la bandeja hasta que los carquinyolis queden secos.
Con qué acompañar los carquinyolis
Los carquinyolis se pueden tomar solos, con té o café, o con helado, y están muy buenos con una copa de vino dulce. Otra forma de disfrutarlos es como contrapunto a otro postre catalán, la crema catalana, siendo una deliciosa mezcla que combina dos texturas muy diferentes.
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