Tentación de niños y mayores, las chuches (o chucherías, o gominolas) son un pequeño placer al que resulta difícil resistirse y, por suerte, hoy os traemos la receta que hará que las controléis a la perfección y os deis este capricho de vez en cuando.
En este caso vamos a hacerlas de dos formas distintas, unas a base de piña y otras a base de arándanos, pero son tan fáciles de hacer que pronto le cogéis el punto y las haréis de los ingredientes que más os gusten.
Ciencia no tienen, más allá de un reposo necesario para que se enfríen y se asienten, así que necesitarán un día de nevera, pero luego ya podremos disfrutarlas con total libertad. Además, el tiempo de cocinado es especialmente breve.
Apenas media hora os separa de estas chuches para las que podéis comprar los moldes que más os gusten, ya que los ingredientes no tienen cada de ciencia y son muy fáciles de encontrar, incluyendo la pectina y la glucosa. Además, no necesitáis gelatina para esta preparación.
Las dos recetas se hacen igual, así que el formato es el mismo. Para ello, ponemos todos los ingredientes en un cazo y remover bien diluyendo bien el azúcar y la pectina.
Llevamos a ebullición sin dejar de mover hasta que la mezcla llegue a 107 ºC. Pintamos los moldes con aceite de girasol y echar la mezcla caliente en los moldes, dejando enfriar 24 horas en la nevera.
Al día siguiente mezclamos el azúcar y el ácido cítrico y 'rebozamos' las chuches.
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Con qué acompañar las chuches caseras
Ya habéis visto que las hemos hecho con zumo de piña y con pulpa de arándano, así que podéis emular la receta con el zumo de frutas que más os guste o con la pulpa que os convenza. Como ideas, os decimos que también las chuches de mango quedan de maravilla.
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