Los que seguís mis recetas sabréis que me encanta cocinar con jengibre y que lo añado a muchos platos salados de pollo, o cerdo que tengan un toque exótico. El jengibre tiene un sabor particular, pero altamente adictivo, y es que parece muy fuerte cuando lo comemos, pero al instante invita a seguir probando.
Sin embargo para helados, bizcochos y galletas hecho de menos el jengibre confitado, más difícil de encontrar que en fresco y bastante caro, así que hoy os invito a que comencéis a añadir jengibre preparado de esta manera a vuestros postres, y veréis que fácil es tener una buena cantidad de esta conserva simplemente a partir de una pequeña cantidad de esta raíz en fresco.
Para elaborar esta receta sería perfecto que contáramos con un termómetro de cocina y así poder ajustar las temperaturas del almíbar, sino también es posible realizarla aunque será menos preciso el punto de cocción.
Comenzaremos pelando con una mandolina la raíz del jengibre, seguidamente lo cortamos en láminas muy finas o pequeños dados. Ponemos una olla al fuego con abundante agua, suficiente para que cubra el jengibre y llevamos a ebullición.
Una vez que hierva mantenemos la cocción durante 10 minutos a fuego medio, cuando pase el tiempo escurrimos en un colador el jengibre y repetimos esta misma operación de nuevo.
En otra olla, mezclamos los 500 gramos de agua de la receta con los 400 gramos de azúcar, añadimos la pizca de sal, y el jengibre escurrido y cocinamos hasta que la temperatura llegue a 106 grados centígrados. Retiramos del fuego. Si no disponemos de termómetro, coceremos la preparación durante media hora a fuego bajo-medio.
Una vez pasado el tiempo, escurrimos el jengibre confitado justo cuando acaba la cocción, en un plato donde tengamos azúcar blanquilla, sacudimos el exceso de azúcar, para después dejar secar los dados de jengibre encima de una bandeja con papel de horno durante ocho horas o bien encima de una rejilla.
Con qué acompañar el jengibre confitado
Cuando tengáis hecho el jengibre confitado muchos serán las ideas donde podéis emplearlo en vuestros postres. Probadlo como caramelos acompañando un trocito de chocolate negro o añadirlo a bizcochos, cookies o helados. Este jengibre se conserva durante cuatro meses bien guardado en un tarro hermético a temperatura ambiente. Ah! Y el almíbar sobrante, no lo tiréis, os servirá para endulzar y aromatizar infusiones.
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