Os puedo asegurar que aunque no seáis fans de las cremas de licores, esta crema de whisky al horno con base de salsa de caramelo os va a conquistar totalmente. A medio camino entre un flan y unas natillas, pero con una textura muy suave, es un postre ideal para los más golosos y de esos que, cuando acabas uno, te apetecería que hubiera más.
El secreto para que esta crema de whisky al horno tenga una textura que se funda en la boca es muy sencillo, una cocción larga a baja temperatura que hará que se cuaje lentamente y sin grumos.
Comenzaremos precalentando el horno a 130 grados con calor arriba y abajo y posición baja de la rejilla. En una bandeja de horno colocar un paño de cocina limpio en la base y poner seis cazuelitas en ella, añadiendo agua caliente para que llegue hasta la mitad de la altura de las cazuelas.
En una olla pequeña echamos el azúcar moreno y el agua y calentamos a fuego medio hasta que el azúcar se disuelva. Llevamos a ebullición y bajamos de nuevo el fuego dejando cocer el caramelo durante seis minutos.
Retirar del fuego y con mucho cuidado echar la nata líquida encima del caramelo, removiendo y volviéndolo a calentar de nuevo dos minutos más todo junto.
Por otra parte en un bol batimos las yemas, el huevo entero, la leche y el licor de whisky, y vamos echando en hilo fino el caramelo que habíamos hecho antes, con cuidado y siempre removiendo para que no se corte la mezcla de huevos. Repartimos la mezcla entre los seis ramequines y horneamos durante 1 hora aproximadamente o hasta que los veamos que han cuajado.
Con qué acompañar la crema de whisky al horno
La crema de whisky al horno se ha de tomar fría de la nevera para apreciar toda su textura y sabor. Podéis acompañarla de un poco de nata montada y una pizca de canela si sois muy golosos.