Es el desatascador perfecto a base de limón para las comilonas de Navidad y lo puedes preparar con mucha antelación

Viejuna, pero efectiva, esta preparación del clásico sorbete de limón al cava siempre viene bien

Tiembla solo de pensar del festival de comidas y cenas que se asoman a la vuelta de la esquina. Nochebuena, Navidad, San Esteban, Nochevieja, Año Nuevo… Y eso, sin contar, las resacas de las cenas de empresa y que no te quede todavía alguna comida con amigos entre los días grandes.

Como es lógico, todo este festival de calorías y de zampar acaban pasando unas facturas inasumibles. De hecho, a veces, incluso nos pasa factura en las propias comidas donde nos cuesta saltar de los platos principales con soltura.

Por fortuna, si jugamos con los tiempos de servicio en la cena y, entre medias, añadimos platos que refresquen lo que estamos comiendo, puede que acabamos por sobrevivir.

Básicamente es lo que pretendemos hoy con este sorbete de limón al cava, una preparación clásica —tirando a viejuna—, pero efectiva donde, si elegimos u buen sorbete con poco azúcar, podremos desgrasar el paso de los principales de nuestras cenas de Navidad. También se puede utilizar como postre directamente, pero entre plato y plato también hace efecto.

Como vais a ver, no se trata simplemente de coger un helado de limón, echar un chorro de cava y mezclar voluntad. Hay que currarse un poquito más la receta, pero os aseguramos que merece la pena.

Básicamente, lo que debemos hacer es mezclar el zumo de limón con el cava removido, para que no tenga casi gas y aparte preparar un almíbar muy ligero con agua y azúcar.

Después de eso, mezclamos el almíbar enfriado con el cava y el zumo de limón y lo metemos una hora en el congelador. Pasado ese tiempo, lo sacamos y con unas varillas removemos a voluntad y con fuerza para que parezca un granizado.

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Después, lo volvemos a meter en el congelador y otra hora más tarde lo volvemos a batir hasta que quede casi líquido. Luego, ya no habrá más que servirlo y disfrutar de él.

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