Hace ya muchos años que preparé este postre por primera vez, temiéndome lo peor por mi, por entonces, escasa experiencia con dulces que no fueran un bizcocho de yogur. Pero salió a la primera, lo devoramos en dos sentadas y desde entonces lo he repetido infinidad de veces, como capricho personal o para compartir en familia y con amigos. Nunca falla, es el postre comodín que a todos gusta, salvo que conozcas a algún enemigo del chocolate.
La mousse de chocolate más canónica es un postre tradicional suculento, que no engaña en su contundencia: con chocolate, mantequilla, huevos, azúcar y nata, pocos ingredientes pero que, con la técnica adecuada, dan un resultado casi mágico. Por algo es un clásico entre clásicos, y que la repostería más sofisticada ha incorporado a pasteles y elaboraciones dulces más complejos.
Ahora bien, más fácil y más ligera es mi versión favorita para preparar con invitados en casa, una mousse de chocolate sin lácteos más ligera que no deja de estar buenísima, y con puro sabor a chocolate. No hay más que sustituir la nata por agua corriente y omitir la mantequilla, así tenemos una mousse también esponjosa, con sus burbujitas, sin ser tan etérea que te deja con sabor a poca cosa, melosa en boca y sin ser pesada.
No me gusta añadir azúcar porque estoy harta de los postres de restaurante excesivamente dulzones que matan el sabor a cacao, pero adelante con echar un poco a la mezcla de chocolate fundido, agua y yemas, si así lo estimas conveniente. Es mejor usar un chocolate más dulce, con menor porcentaje en cacao, pero siempre procurando que sea de muy buena calidad. Un chocolate que te guste comer al natural, directamente de la tableta.
Si quieres evitar problemas de seguridad alimentaria por usar huevos crudos, puedes comprar yemas y claras pasteurizadas, o puedes pasteurizar huevos en casa. Sirve la mousse tal cual o con azúcar glasé tamizado, chocolate rallado, coco, crocanti de almendras, frutos rojos, pistachos picados, nata montada o su versión vegetal... Verás que es tan fácil y tan rica que la querrás repetir mil veces.
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