Un clásico de la abuela para no complicarse con la merienda
Quien tiene un horno en la cocina, tiene un aliado. Pero también necesita tener otras alianzas, si de tartas hablamos, como ganas y tiempo. Dos requisitos indispensables para ponerse a faenar en la cocina y que no suelen abundar en septiembre.
La vuelta a la cruda realidad laboral –y académica– tras el verano nos puede pasar algo de factura en las ganas de ponernos a cocinar. Sin embargo, a nadie le amarga un dulce y menos aún si es esta tarta de galletas María que podemos hacer en apenas una hora y que no necesita horno ni complicaciones.
Si eres de los que tiene en casa a un carrusel de niños –y sus amiguitos– pidiendo dulces, esta tarta de galletas María sin horno es la idea perfecta para no complicarse la vida y no dejarse más tiempo de la cuenta entre fogones para coronarse.
Todo con el sabor de siempre, pues pocas galletas hay más icónicas que las míticas María, las cuales van aparejadas a una vida bastante más ajetreada y glamurosa de lo que podríamos pensar, como ya te contamos al narrarte la historia de las galletas María, y que en su día incluso alimentaron a zares y a la alta aristocracia británica.
No hace falta ponerse de tiros largos ahora mismo con ellas, pues están en cualquier supermercado –y en casi cualquier casa–, esperándonos para hacer esta tarta de galleta sin horno que solo necesita un poco de mantequilla, azúcar, yemas de huevo y leche. Ni más ni menos. Al gusto, si queréis, podéis añadir un poco de esencia de vainilla, pero es opcional.
La receta no es complicada, pero sí un pelín laboriosa, en función de cuánto os queráis currar el detalle, pero tenéis todos los detalles en la receta original que ya os compartimos.
Basta infusionar la leche con la vainilla y luego, ya con la leche fría, mezclarla con la mantequilla en una batidora de varillas hasta que quede cremosa. Ahí agregamos el azúcar glasé poco a poco, batiendo y removiendo con una lengüeta para que quede uniforme, e incorporamos las yemas de huevo, la esencia de vainilla y batimos a velocidad baja para que quede una crema homogénea.
Luego solo habrá que mojar cada galleta en un poco de leche enfriada, escurrimos y vamos haciendo una especie de flor en la fuente que vayamos a servir la tarta, utilizando siete galletas como 'pétalos'. Así iremos untando cada galleta con la crema, colocando cinco pisos de galleta y crema, rematando todo con un poco de crema para que quede homogénea tanto la superficie como los laterales.
Al gusto, si queréis, podéis triturar unas cuantas galletas más y repartirlas en la tarta, dejando enfriar en el frigorífico la tarta durante, al menos, una horita, aunque es mejor darle dos o tres horas, para que se asiente bien.
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