Quizá os sorprenderá que los franceses llamen flan parisién a este pastel que para nosotros tiene aspecto de tarta, pero esta especialidad gala, a medio camino entre nuestro flan clásico y una tarta de masa sablé, es en verdad delicioso.
De textura suave, se comienza en el fuego y se termina en el horno que le da esa terminación tostada característica, que le aporta un sabor caramelizado a la superficie parecido al de la créme brûlèe.
Comenzaremos precalentando el horno a 190 grados. En un molde desmontable ponemos la masa quebrada, le colocamos papel de horno encima y la rellenamos con legumbres secas. Horneamos así durante quince minutos. Retiramos del horno.
Para el relleno, ponemos en un cazo la leche, la nata, y la vaina de vainilla. Cocemos sin que llegue a hervir y dejamos infusionar durante diez minutos.
Mientras en un bol ponemos la yema de huevo, el huevo, el azúcar y batimos con unas varilla hasta que esté cremoso, añadimos la mantequilla derretida y la maicena.
Volvemos de nuevo a poner la olla con la leche y la nata. Cocemos hasta que hierva durante un minuto y retiramos del fuego, añadiéndole la mezcla de huevos, maicena y azúcar. Volcamos encima de la masa y horneamos durante 45 minutos a 180 grados.
Con qué acompañar el flan parisien
El flan parisién se degusta frío o a temperatura ambiente. Es ideal acompañarlo con nata o más caramelo, y supone otra forma diferente de tomar flan para quién sea fan de los postres cuajados con huevo. Podéis si os gusta requemar un poco de azúcar, una vez fuera del horno con un soplete de cocina.
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