A raíz de varias conversaciones que he tenido con amigos y conocidos alabando la temporada de fresas y fresones, me he dado cuenta de que casi todo el mundo tiene su forma tradicional de disfrutarlos. Al parecer con vinagre son un plato muy típico en muchos hogares, y tengo que confirmar que resulta una delicia. Lo pude comprobar con esta receta de fresones balsámicos a la narnaja con cremoso de queso.
Lo ideal para esta receta es usar fresones de gran calidad, maduros y sobre todo muy aromáticos y jugosos. La cantidad de vinagre y de miel se puede ajustar a cada paladar, y aunque yo he usado una base cremosa de queso fresco también serán deliciosos sobre yogur griego, queso mascarpone u otro lácteo similar.
Mezclar en un cuenco el vinagre balsámico de Módena, el vinagre de Jerez, la sal, la pimienta negra, el sirope de ágave o miel y el zumo de la naranja, aproximadamente medio vaso. Reservar la piel. Probar el punto de dulzor y ajustar la cantidad de sirope o miel al gusto.
Lavar y secar bien los fresones. Retirar los rabitos y cortar en láminas o cubos más o menos del mismo tamaño. Disponer en un cuenco y cubrir con el marinado, mezclando bien. Dejar reposar en la nevera como mínimo 30 minutos.
Batir bien el queso fresco desnatado con azúcar al gusto si fuera necesario, hasta dejar una textura bien cremosa. Repartir en dos cuencos o copas y añadir los fresones, regando con un poco de los jugos sobrantes. Picar bien unas pocas hojas de albahaca o menta fresca y rallar un poco de piel de naranja para decorar.
Con qué acompañar los fresones balsámicos
Esta receta de fresones balsámicos a la naranja con cremoso de queso es un postre delicioso que es mejor servir frío, aunque dejando que se temple un poco para apreciar bien todos los sabores. Si lo preparamos con antelación lo mejor es servir las raciones de fruta sobre el queso en el momento que se vaya a degustar, para evitar que los jugos se diluyan demasiado.