Ya he probado en otras ocasiones el añadir un poco de sal gruesa o en escamas a ciertos dulces para crear un interesante contraste de sabores, así que estas galletas de avena y chocolate blanco con flor de sal sabía que iban a ser un éxito en casa.
A pesar de que el chocolate blanco no me gusta mucho, es verdad que resulta muy práctico a la hora de elaborar postres, y sin duda hará las delicias de los más golosos. Su color hace que se camufle en la masa, guardando bocados dulces sorpresa a quien prueba las galletas.
Precalentar el horno a 180º C y preparar un par de bandejas grandes. Disponer la mantequilla blanda en un recipiente mediano con el azúcar y el azúcar moreno, y batir con una batidora de varillas. Cuando esté esponjoso, agregar la vainilla y el huevo, y batir un poco más.
Agregar la harina, la levadura química, el bicarbonato y la sal, batiendo a velocidad baja. Echar los copos de avena y mezclarlos un poco, añadir el chocolate blanco troceado y continuar mezclando hasta conseguir una mezcla homogénea.
Tomar porciones más o menos iguales con ayuda de una cuchara y redondearlas con las manos, formando bolitas. Colocarlas en las bandejas con unos 3-4 cm de separación. Aplanarlas ligeramente y añadir un toque de flor de sal, presionando con cuidado. Hornearlas unos 12-15 minutos, hasta que estén doradas. Dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
Con qué acompañar las galletas
Estas galletas de avena y chocolate blanco con flor de sal las disfrutarán los más golosos a cualquier hora, y aguantan muy bien guardadas en un recipiente hermético en un lugar fresco y oscuro. Si se hacen más planitas quedarán más crujientes, aunque a mí me gusta que tengan el interior ligeramente tierno, así se mojan mejor en leche, café o una bebida vegetal fresca, sin endulzar.