Los amantes de las galletas crujientes con una textura algo rústica, pero que también sientan tentación por el cacao, tendrán problemas para resistirse a estas ** galletas de avena y coco rellenas de chocolate**, que además son muy fáciles de preparar.
Puede dar pereza hornear galletas para rellenarlas después, sin embargo esta receta ligeramente adaptada de un blog alemán es de lo más sencilla y el resultado fantástico. Las galletas salen bien crujiente y ligeras, combinando muy bien con la ganaché de chocolate del interior. El coco potencia el aroma y la textura, pero no se nota prácticamente nada en el saor final.
Precalentar el horno a 175º C y preparar un par de bandejas engrasándolas o cubriéndolas con papel sulfurizado. Derretir la mantequilla y dejar enfriar ligeramente. Colocar en un recipiente los huevos con el azúcar, la vainilla y la sal. Batir con una batidora de varillas durante un par de minutos.
Incorporar la mantequilla, los copos de avena y el coco rallado y mezclar. Añadir la harina, la levadura química y el bicarbonato, y trabajar todo hasta tener una masa homogénea. Tomar porciones algo más pequeñas que una nuez, formar bolitas y distribuirlas en las bandejas, dejando 3-4 cm de separación entre ellas. Hornear durante unos 10-12 minutos, hasta que se hayan dorado bien. Esperar un minuto fuera del horno y dejar enfriar sobre una rejilla.
Para la crema de chocolate del relleno, calentar la nata en un cazo y llevar a ebullición. Retirar del fuego y añadir el chocolate negro troceado. Mezclar bien con una espátula hasta que el chocolate se derrita y tengamos una mezcla homogénea y suave. Dejar enfriar para que se endurezca un poco antes de rellenar las galletas.
Con qué acompañar las galletas de avena y coco rellenas de chocolate
Estas galletas son perfectas para tomar a media tarde, a la hora de la merienda, con un buen vaso de leche o bebida vegetal para mojar. El relleno se endurece al enfriarse, pero ahora que empiezan a subir las temperaturas quizá se reblandezca un poco. Se pueden guardar en un recipiente hermético en la nevera, aunque no es probable que duren demasiado sin ser devoradas.