Aún recuerdo la primera vez que mi padre trajo de un viaje de trabajo una caja de shortbread. Hoy en día no es nada difícil encontrar cierta marca británica con variedades de este clásico escocés, pero para mí siguen teniendo algo de exótico. Me encanta la sencillez rústica de estas galletas, poco dulces, granulosas, con su profundo aroma a mantequilla y tan pocos ingredientes. Estas galletas shortbread rápidas no necesitan nada más para ser un bocado irresistible.
Hacía tiempo que no me daba el capricho de tomarlas en casa así que me lancé a encender el horno en una tarde lluviosa cuando me encontré con esta receta fácil y rápida. Hay moldes especiales para darle su clásica forma, pero con una base de tarta rizada o el fondo desmontable de uno de bizcocho nos podemos apañar. Pero por favor, usad una mantequilla de primera calidad, el éxito de estas galletas tan simples depende de tener ingredientes de categoría.
Precalentar el horno a 160ºC y cubrir el fondo de un molde redondo con papel sulfurizado o engrasar con mantequilla y harina tamizada. Cortar la mantequilla en cubos y colocar en un recipiente mediano y batir un poco con batidora de varillas.
Añadir el azúcar, la sal y la esencia de vainilla, y batir más hasta conseguir una masa cremosa. Agregar la harina de repostería poco a poco, mezclando con suavidad hasta tener una masa homogénea sin grumos.
Extender en el molde y marcar con un cuchillo los triángulos para luego cortar mejor las porciones. Decorar un poco con un tenedor y añadir unos granos de sal gruesa o en escamas, para darle un toque salado de contraste. Hornear durante unos 30 minutos, procurando que no se dore demasiado.
Es recomendable dejar una bandeja debajo porque si el molde es muy bajo podrían desbordarse un poco los bordes. Esperar un poco fuera del horno y cortar cuando todavía esté caliente. Dejar enfriar completamente antes de servir. Se puede decorar con azúcar glasé tamizado o azúcar granulado, mezclado con vainilla o con canela.
Con qué acompañar las shortbread
Las galletas o pastas shortbread fáciles piden un acompañamiento de té, infusión o café, aunque también están buenísimas con una copa de vino dulce. Son muy delicadas y por eso también es una masa perfecta para desmigar y usarlas como cobertura de vasitos de queso y fruta o apra servir con helado, natillas o yogur.
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