Si puedo elegir, me decanto más por el chocolate negro y cuanta más proporción de cacao tenga, mejor. Pero esta receta de magdalenas de chocolate blanco me ha planteado un gran dilema, pues resultan tan esponjosas y deliciosas que a partir de ahora ya no tengo tan claro cuál es mi variedad preferida.
El aroma que desprende el horno mientras las magdalenas se están cociendo, es ya un indicio de lo buenas que están. Para mí, nada es comparable a la repostería hecha en casa, por eso me gusta tanto experimentar con nuevos sabores. Este me ha conquistado.
Empezamos troceando el chocolate blanco con un cuchillo, los trozos no deben quedar demasiado pequeños. En un bol, mezclamos con una batidora la mantequilla y el azúcar hasta que la mezcla quede ligera y esponjosa. Añadimos los huevos batidos y el azúcar vainillado.
Tamizamos la harina y la añadimos a la mezcla, batiéndolo todo. Agregamos los trocitos de chocolate blanco y lo mezclamos con una espátula. Si vemos que la mezcla queda demasiado espesa podemos añadimos una cucharada de leche.
Repartimos la masa en moldes de papel, llenándolos hasta sus 2/3 partes y los vamos colocando dentro de un molde (así evitaremos que los moldes se deformen al cocerse). Hornear a horno precalentado a 190ºC durante 18-20 minutos. Dejarlas enfriar sobre una rejilla.
Con qué acompañar las magdalenas de chocolate blanco
Os aconsejo que guardéis estas magdalenas de chocolate blanco en una lata con cierre hermético, para que se conserven tan esponjosas como recién sacadas del horno. No se me ocurre ninguna forma mejor para empezar el día que preparar un buen desayuno a base de estos delicados bizcochitos.
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