Los aromas florales dan mucho juego en la cocina, sobre todo en la repostería, aunque confieso que algunos como el de rosas no me convencen del todo. Pero esta receta de pastas de lavanda me encanta porque las galletas tienen un aroma sutil y delicado, sin resultar excesivamente fragante.
Al picar en primer lugar el azúcar moreno con la lavanda conseguimos potenciar esas notas florales, que son las protagonistas en este tipo de pastas junto con la mantequilla. No son unas galletas excesivamente dulzonas y por eso combinan muy bien con el café, un licor dulce o con cualquier tipo de té.
Precalentar el horno a 160ºC y preparar un par de bandejas. Colocar el azúcar moreno con la lavanda en una picadora y triturar un poco, para suavizar la textura e integrar mejor la lavanda. Colocar la mantequilla en un cuenco y batir con una batidora de varillas. Añadir la mezcla de azúcar y batir bien, hasta que quede esponjoso.
Agregar la harina, la sal y la levadura química, y trabajar todo con una espátula o cuchara grande hasta tener una masa homogénea y lisa, no muy pegajosa. Extender sobre papel sulfurizado de cocina, colocar otra hoja encima y estirar con un rodillo, hasta dejar un grosor de entre 3-5 mm.
Recortar las galletas, trasladar a las bandejas y pinchar ligeramente con un tenedor. Hornear durante unos 8-12 minutos, hasta que estén doraditas. Esperar unos minutos fuera del horno, trasladar a una rejilla y dejar enfriar por completo.
Con qué acompañar las pastas de lavanda
Si guardamos estas pastas de lavanda en un recipiente hermético, mejor si es una bonita caja de metal o un tarro de cerámica, aguantarán perfectamente varios días. Son unas galletas muy ricas especialmente para acompañar infusiones y tés, incluso en su versión fría, ahora que van apeteciendo menos bebidas calientes.