Es época de moras, y qué mejor manera de celebrarlo que convirtiéndolas en protagonistas de la cocina. Quien tenga la suerte de poder salir a recolectarlas, que aproveche para hacerse con un buen cargamento y hornear un capricho como este. Combinadas con azúcar moreno y un toque integral, este pastel me hace pensar ya en las tardes frescas de otoño.
Si las moras están bien maduras aportarán su sabor dulce a la masa, por lo que no hace falta añadir demasiado azúcar. Además, el buttermilk potencia los sabores de la fruta creando una masa más esponjosa y aromática. Se puede sustituir por una preparación casera mezclando 330 ml de leche con 20 de zumo de limón o vinagre, dejándolo reposar 15 minutos antes de utilizarlo en la receta.
Ingredientes
- Huevo L 2
- Mantequilla sin sal 60 g
- Buttermilk (ver notas) 350 ml
- Azúcar moreno y extra para espolvorear (opcional) 75 g
- Esencia de vainilla 2.5 ml
- Harina de repostería 100 g
- Harina integral 200 g
- Levadura química 1 cucharada
- Sal 1/2 cucharadita
- Moras un buen puñado
Cómo hacer pastel de moras con buttermilk
- Tiempo total 40 m
- Elaboración 15 m
- Cocción 25 m
Precalentar el horno a 200ºC y engrasar un molde redondo bajo de unos 28 cm de diámetro. Derretir la mantequilla y dejar que se enfríe un poco.
Batir con ayuda de unas varillas manuales los dos huevos con el buttermilk, el azúcar moreno y la vainilla; añadir la mantequilla y batir un poco más.
En otro recipiente más grande, mezclar las harinas con la levadura y la sal. Formar un hueco e incorporar la primera preparación, mezclando con suavidad usando una espátula o cuchara de madera.
Repartir la masa sobre el molde, igualando la superficie. Distribuir las moras por encima y espolvorear con un poco de azúcar, al gusto. Hornear durante unos 20-25 minutos, hasta que al pinchar con un palillo salga limpio. Dejar enfriar antes de servir.
Con qué acompañar el pastel de moras
Al no tratarse de un pastel excesivamente dulce, el pastel de moras con buttermilk resulta delicioso a cualquier hora del día, ya sea como desayuno o bien como postre. Si las temperaturas ya acompañan, su pareja ideal es una buena taza humeante de café o té, o podemos optar por completarlo con nata montada o una crema ligera de vainilla.
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