Aunque podamos comerlos durante todo el año, queda oficialmente inaugurada la temporada de helados, polos y todo tipo de postres y dulces refrescantes. Si queréis recordar sabores de infancia os invitamos a elaborar estos polos de leche condensada y limón.
El dulce de la leche condensada, que aporta una cremosidad extra al polo, con el toque ligeramente ácido del limón, hace de estos unos polos muy ricos, pero refrescantes al mismo tiempo. Como son muy cremosos y no tienen nada de hielo, podéis darlos perfectamente a los más pequeños.
En una jarra echamos en este orden la leche entera, la leche condensada y el zumo de limón. Removemos bien con unas varillas hasta que tengamos una crema homogénea y la leche condensada se haya disuelto completamente.
Vertemos con cuidado, o ayudándonos de un embudo, la mezcla en los moldes de polo y congelamos como mínimo durante cuatro horas, o mejor toda la noche. Para desmoldar los polos podemos pasar el molde por debajo del chorro del agua del grifo durante unos segundos.
Con qué acompañar los polos de leche condensada y limón
Los polos de leche condensada y limón no necesitan nada más que los toméis bien fresquitos, recién sacados del congelador. Son muy cremosos así que no tengáis miedo de que resulten excesivamente fríos. Tampoco crean cristales de hielo al congelarse, o sea que son ¡perfectos!