Este flan libanés, uno de mis más recientes descubrimientos, me tiene enamorada. Se trata de un postre delicado y aromático que se prepara en un santiamén, con cero esfuerzo y está delicioso. Una combinación de adjetivos que adoro y que me suele traer muchas alegrías.
La mezcla del flan en sí se prepara con ingredientes muy básicos, leche, azúcar y harina fina de maíz (o maicena), que solemos tener todos en casa. Lo que no es tan común es el agua de azahar y, menos aún, el agua de rosas que son los responsables del aroma y sutil sabor de este postre.
El primero se encuentra en cualquier supermercado, el segundo (agua de rosas) es más complicado. Afortunadamente se puede sustituir en su totalidad por agua de azahar, aunque, si lo encontráis, mi recomendación es que os hagáis con un bote para esta receta. Seguro que luego encontráis la manera de darle salida con muchas más.
Preparamos la mezcla del flan calentando en un cacito la leche, la harina de maíz refinada (maicena), el azúcar glas, el agua de azahar y el agua de rosas. Removemos con unas varillas para que no se formen grumos ni se agarre la mezcla a la base.
Después de cuatro o cinco minutos, cuando haya espesado, lo pasamos por un colador y lo repartimos en cuatro cuencos de servir. Dejamos que se atempere antes de pasarlos a la nevera, donde los enfriamos durante un par de horas para que cojan cuerpo.
Mientras tanto preparamos un jarabe calentando el agua y el azúcar a fuego bajo. Cuando arranque a hervir contamos un par de minutos y lo retiramos del fuego. Añadimos el agua de azahar, removemos y dejamos que el jarabe se enfríe.
En el momento de servir los flanes repartimos el jarabe por la superficie de cada uno y los espolvoreamos con pistachos picados. Podemos usar flaneras y desmoldar los flanes en platos, para que quede más tradicional. Al gusto.
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Con qué acompañar el flan libanés
Como cualquier postre con que cerrar una buena comida, este flan libanés se puede servir con el café de la sobremesa o, incluso mejor, con un té o cualquier tipo de infusión. Aunque una copita de tu licor favorito seguro que le va de fábula.
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