El mundo dulce japonés es muy particular, con especialidades tan bellas como deliciosas que poco se parecen a las occidentales. Pero la influencia de otras culturas también ha dejado su huella en el país nipón, desarrollando recetas como estas galletas soba boro, o los curiosos espaguetis napolitana, que ya son típicos.
El término soba hace referencia al trigo sarraceno o alforfón, más conocido por los fideos del mismo nombre. Estas galletas por tanto se caracterizan por combinar este cereal sin gluten con el trigo común, dándoles una textura muy especial, crujiente y suave, con sabor algo tostado. Su forma tradicional de pequeñas flores conecta con la cuidada estética japonesa y las hace ideales para servir a visitas.
No hace falta tener el mismo cortador para disfrutar de esta receta, aunque sí es recomendable elegir un molde pequeño, y sobre todo cuidar que al estirar la masa quede un grosor de no más de 2-3 mm. Para que no se rompan al formar, es imprescindible dejar enfriar la masa cruda como mínimo dos horas en la nevera.
Mezclar en un recipiente las harinas con unas varillas manuales, agregar el azúcar, la levadura y mezclar bien. Formar un hueco y echar el huevo, combinar un poco e incorporar la mantequilla, derretida pero no muy caliente.
Trabajar hasta tener una masa homogénea y lista, volcar sobre una gran pieza de plástico film, cubrir y aplanar con el rodillo; terminar de envolver con el plástico y dejar en la nevera unas dos horas, como mínimo.
Precalentar el horno a 180º C y preparar una o dos bandejas con papel sulfurizado. Estirar la masa sobre una superficie ligeramente enharinada, dejando unos 2 mm con el rodillo. Recortar las galletas con la forma deseada -tradicionalmente, pequeñas flores- y repartir en las bandejas.
Hornear durante unos 10 minutos, vigilando que no empiecen a quemarse por los bordes. Deben quedar doraditas por el uso de la harina de alforfón y el azúcar moreno. Trasladar a una rejilla y dejar que se enfríen por completo.
Con qué acompañar las galletas soba boro
Unas galletitas crujientes y suaves como estas pastas japonesas son el acompañante perfecto de una taza de té, aunque también van de maravilla con café o un vaso de leche, fría o caliente. En una caja hermética y a salvo de la humedad aguantan muy bien durante muchos días.
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