Los alérgicos a las tartas cuquis tienen en Halloween la mejor ocasión para divertirse en la cocina preparando un pastel alejado del fondant de colores y los muñequitos de azúcar. Esta tarta cementerio es un sueño para los amantes del más puro chocolate, y tiene otra ventaja: es muy fácil de preparar y no necesita que nos salga perfecta para que luzca estupenda.
Podéis usar vuestra base de bizcocho de chocolate favorita, como ya comentó mi compañera Carmen con su simpática tarta murciélago. Solo tened en cuenta que buscamos una miga húmeda y jugosa, pero firme por fuera, para aguantar bien la decoración. Esta receta no es excesivamente dulce para compensar los adornos de galleta, y deja todo el protagonismo al cacao.
Como decía, no es una elaboración en absoluto complicada. Lo único que hay que considerar es la organización para tener tiempo a que se enfríe el bizcocho antes de proceder a decorarlo; una buena idea es hornearlo el día antes, o a primera hora de la mañana, y guardarlo bien envuelto en la nevera.
Para adherir la capa de tierra de galletas usaremos chocolate derretido con un poco de mantequilla, que se puede sustituir por una ganaché simple, o incluso por crema untable de cacao al gusto. Para las tumbas nos sirve cualquier galleta rectangular que no sea muy grande; las tipo caramelizadas que a veces sirven con el café en las cafeterías también son estupendas.
Precalentar el horno a 175º C y engrasar un molde cuadrado o rectangular de unos 20 cm de lado, cubriendo mejor el fondo con papel de hornear. Preparar el café simplemente calentando un poco la cantidad de agua y añadiendo café descafeinado soluble, o poner en marcha la cafetera que tengamos, con intensidad al gusto. También podemos usar solo agua, o leche.
Tamizar encima de un recipiente la harina con la maizena, el cacao y la levadura, y mezclar con unas varillas con la sal. Formar un hueco en el centro y echar los huevos, el aceite y el azúcar, y mezclar un poco. Incorporar el café, el ron o zumo y la vainilla, y mezclar bien con las varillas hasta que no haya grumos secos, con movimientos suaves.
Llevar al molde, dar unos golpecitos para romper las posibles burbujas y hornear durante unos 40-45 minutos, o hasta que al pinchar con un palillo salga casi totalmente limpio. Esperar un poco fuera del horno antes de poner boca abajo en una rejilla, retirar el molde y el papel, con mucho cuidado.
Una vez frío, volver a dar la vuelta y cortar con un buen cuchillo de sierra la parte superior de la miga que haya crecido de más, para dejarlo plano. Proceder a la decoración.
Triturar las galletas Oreo o machacarlas dentro de una bolsa con un rodillo. Derretir al baño maría el chocolate negro con la mantequilla y cubrir el bizcocho sin llegar a los bordes para no pasarnos, reservando un poco para las lápidas. Repartir generosamente con la tierra de galleta, presionando con suavidad.
Cortar las galletas con cuidado si fueran demasiado grandes. Con una manga mastelera o lápiz pastelero, o usando incluso un pincel fino, escribir RIP en las galletas. Colocarlas en la tarta, haciendo pequeños cortes en el bizcocho para encajarlas. Podemos mojar la base de las galletas en chocolate para que se adapten mejor.
Finalizar rodeando el borde con una empalizada de palitos de chocolate y añadir chocolatinas de huesos, si las tenemos. Podemos jugar con las decoraciones comestibles que tengamos, o hacer chocolates caseros con los moldes adecuados.
Con qué acompañar la tarta cementerio
El mejor acompañamiento para esta tarta cementerio de chocolate es buena compañía, una película de miedo y ganas de pasar un buen rato. por la intensidad del cacao combina muy bien con café de calidad o un vaso de leche o bebida vegetal sin más, y también me gusta el maridaje con zumo de naranja recién hecho. Los más mayores pueden tomarla con una copita de vino dulce
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