Cuando era pequeña mi abuela nos solía preparar torrijas para merendar cuando nos llevaban de visita a su casa, así que pasé mucho tiempo sin asociarlas realmente a la Semana Santa. Ahora me gusta aprovechar esta época para probar versiones diferentes, como estas torrijas rellenas de crema de queso, un capricho delicioso.
Las torrijas por sí mismas ya son un postre muy calórico y saciante, así que al transformarlas en una especie de sándwich con relleno se vuelven aún más energéticas. Yo prefiero dividir en dos raciones cada torrija final para no empacharnos demasiado, y aunque no es una receta para comer todos los días, merece la pena probarlas.
Ingredientes
- Pan de hogaza o para torrijas en rebanadas 4
- Leche y 2 cucharadas extra 300 ml
- Limón (piel) 1
- Azúcar vainillado 1 cucharadita
- Queso crema 6-8 cucharadas
- Huevo grande 1
- Aceite de oliva virgen extra o girasol para freír
- Azúcar
Cómo hacer torrijas rellenas de crema de queso
- Tiempo total 30 m
- Elaboración 10 m
- Cocción 20 m
Cortar rebanadas del pan más finas que si fuéramos a hacer torrijas normales, procurando que queden del mismo tamaño. Mezclar bien el queso crema con el azúcar vainillado y untar generosamente dos de las rebanadas. Unir con las tapas formando sándwiches. Calentar la leche con el azúcar y el limón y dejar que infusione unos minutos. Colar.
Llenar un plato hondo con la leche y remojar los panes montados por ambas caras, hasta que se empapen bien. Batir el huevo en otro plato o cuenco. Escurrir ligeramente la leche y bañar por ambas caras por el huevo.
Calentar abundante aceite en una sartén y freír las torrijas con cuidado, dándoles la vuelta hasta que estén doradas al gusto. Retirar y dejar escurrir sobre papel absorbente. Espolvorear con azúcar al gusto y servir.
Con qué acompañar las torrijas rellenas de queso
Reservad las torrijas rellenas de crema de queso para un día de comidas más ligeras. Pueden ser estupendas para compartir un día festivo de Semana Santa, como parte de un desayuno tardío - o brunch - o una merienda temprana antes de dar un buen paseo. Se pueden guardar en la nevera bien tapadas, se pondrán más tiernas y el azúcar con el que las hemos espolvoreado se fundirá en el pan creando una especie de almíbar.
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