Barata, fácil y reconfortante como pocos, esta receta de la abuela para guisar calamares es un clásico que no falla

Nada como el recetario tradicional hogareño para recuperar el amor por la cocina más sencilla

El humilde calamar reparte tantas alegrías como decepciones cuando es maltratado en bares y precocinados que lo convierten en algo insípido o lo enmascaran con rebozados que parecen cemento y te dejan el estómago para el arrastre. Nuestras abuelas les darían buenas collejas a los responsables, y con razón.

Porque mucho más sencillo y muchísimo más reconfortante es sacar la cazuela y recuperar un guiso de los de antes que no por clásico y humilde es menos sabroso. Los calamares encebollados son pura cocina de hogar, un plato tradicional de casa de comidas y de receta familiar que es facilísima de aprender y que casi se prepara sola.

Con los cefalópodos ya limpios y cortados, tarea que podemos traer hecha de la pescadería o, en caso de necesidad, ya del supermercado envasados, no tenemos más que cortar un par de cebollas en juliana y laminar unos ajos antes de lanzarnos a cocinar. El secreto está en marcar el calamar primero a fuego vivo para después pocharlos con la cebolla y el ajo, dejando que se caramelicen un poco y se doren sin tostarse.

Después no queda más que regar con brandy y vino blanco para desglasar y, una vez evaporado el alcohol, dejar que todo cueza suavemente con caldo de pescado hasta lograr ese guiso concentrado súper sabroso. Un chup-chup de toda la vida que nos regalará un calamar tierno, riquísimo, con el puntito picante opcional de la cayena, y que querremos acompañar con mucho pan.

Es perfecto para dejarlo hecho con antelación o llevar en táper, y se puede convertir en una comida completa con su ración de arroz blanco o cualquier otra guarnición.

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