Fácil, cómoda, versátil y lucida, esta receta tradicional francesa lo mismo apaña la cena que un aperitivo de fiesta

La comparación de la quiche con nuestra tortilla de patatas no es casual, pues ambos son platos típicos populares, versátiles y versionados de mil maneras distintas. Se adaptan a los productos de todo el año, a cualquier gusto o necesidad dietética y lo mismo te los encuentras en el menú del día de una cafetería que en versión de autor en un restaurante refinado.

Concretamente, la quiche de calabacín nos encanta por ser más ligera y suave de sabor que la típica quiche Lorraine, apta para vegetarianos y una manera estupenda de disfrutar al máximo de esta saludable y rica verdura. Incluso puede convencer a los menos aficionados a la cucurbitácea.

Si empleamos una masa quebrada refrigerada comercial nos ahorramos la mitad del trabajo, o incluso podemos apañarnos con masa de hojaldre, que también queda deliciosa. Aunque es tan fácil hacer una masa brisa casera que merece la pena tomarse unos minutos más en su elaboración.

Con la masa reposando en la nevera ya podemos cocinar el relleno, solo ligeramente pues terminará de hacerse en el horno. Se pocha la cebolla, se saltea el calabacín y ya podemos mezclar los demás ingredientes húmedos y rellenar el molde con la masa, alternando en capas para que luzca mejor. 

En menos de media hora está lista para salir del horno, con ese inconfundible sabor del queso parmesano, dejándonos una quiche estupenda para compartir de primer plato, convertir en una rica cena o para servir en pequeñas porciones de aperitivo también en una ocasión especial.

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