Murciana, a base de berenjena y totalmente vegetal: esta 'morcilla' de verano es ideal para cualquier momento

Pocas cocinas hay tan acostumbradas en España a manejar con tanta soltura las recetas verdes como la cocina murciana. Incluso, a jugar con trampantojos tan curiosos como esta morcilla de verano que hoy os traemos, aunque no es el único caso.

También os hemos traído las perdices de la huerta, o incluso los boquerones de la huerta, dando la vuelta a ingredientes animales, pero adaptados a los usos y costumbres huertanos que imperan en la Región de Murcia.

Tampoco es además la primera vez que damos buena cuenta de la berenjena, a tope en verano y bañada por recetas que saben más a Mediterráneo que una canción de Serrat como sucede con el mutabal o baba ganoush, con la caponata siciliana, con la musaka griega o con la ratatouille francesa.

Hoy, fieles a esa casuística, nos encomendamos a la citada morcilla de verano que, en realidad, no es otra cosa que una receta con berenjena en la cual aprovechamos una cocción lenta y melosa para gestar este aperitivo —que puede también funcionar como segundo plato—.

La gracia de la receta es cocinar muy despaciosamente la berenjena, obteniendo una textura suave, blanda y untable, que junto al color de la propia hortaliza acaba teniendo ese matiz de morcilla que le da nombre.

Por eso, necesitamos también cortar en daditos pequeños la berenjena, que vamos a pochar con una cebolla y a la que añadiremos unos piñones tostados que aportan el toque crujiente que la receta pide. Y que son otro clásico de los rellenos tradicionales de las morcillas.

Asequible, sencilla y además ideal para hacer en una cantidad generosa —e ir sacando de la nevera a voluntad—, esta morcilla de verano permite tener un recurso rápido para comidas, cenas o, incluso, meter en un bocadillo y deleitarse con ella entre un buen pan tostado.

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