Qué cenar hoy para dormir bien: la receta con avena de mi padre es saludable, fácil y rápida

La jornada de trabajo impedía que mi padre comiese con nosotros en casa al mediodía, pero a veces llegaba con ganas de ponerse él a cocinar para la cena. Su repertorio era limitado, aunque recuerdo con cariño una receta que, cuando era niña, me hacía sentir especial, porque entonces la avena era un alimento aún extraño y difícil de encontrar en los supermercados de España.

Hoy la cosa ha cambiado mucho y hace muchos años que los copos de avena están a la orden del día en cualquier tienda y se consumen a diario de mil formas, especialmente en el desayuno, alabada por sus múltiples propiedades saludables. Y sí, también es un ingrediente perfecto cuando no sabes qué cenar.

Mi padre la preparaba al estilo suizo de su casa, esto es, a la manera humilde tradicional que se repite en medio mundo con otros granos y cereales en forma de gachas o papilla espesa. Actualmente llamamos a esta receta porridge de avena, aunque cuando yo era niña a esta receta la conocíamos, simplemente, como avena. Sin más.

En mi familia siempre ha hecho a ojo, calentando la leche a fuego lento, añadiendo un par de cucharadas de copos de avena finos por persona, removiendo suavemente con una cuchara de madera hasta que espesaba, corrigiendo el nivel de leche sobre la marcha. Si teníamos el día goloso, mi padre echaba un poco de azúcar moreno o miel, aunque normalmente lo endulzaba con trocitos de manzana que cocía primero en la leche, o echaba compota, y un poco de canela.

Lo bueno del porridge de avena es lo fácil que se elabora al gusto sin seguir cantidades exactas; puedes dejarlo más o menos espeso, agregar otras frutas o frutas secas, usar una bebida vegetal, ponerle un toque crujiente con semillas o frutos secos, etc.

Es muy rica en fibra y saciante, y gracias al triptófano natural que contiene nos ayudará a conciliar mejor el sueño. Para que sea más digestiva y nos ayude a dormir aún mejor, podemos acompañarla con alimentos ricos en magnesio, como nueces y plátano, yogur natural y usar una leche semidesnatada o versión vegetal sin azúcar si la lactosa nos sienta mal.