Si la semana pasada nos íbamos de viaje con un picoteo del finde untable, hoy seguimos apostando por aperitivos frescos, cremosos y muy fáciles gracias a una misma base: el queso crema. Cualquier variedad nos servirá, aunque no cabe duda de que el típico de untar popularizado por la famosa marca Philadelphia es es el más accesible, económico y versátil.
Con una tarrina de sabor natural, que además muchas marcas ya ofrecen en versiones sin lactosa, podemos improvisar un aperitivo casi instantáneo simplemente mezclándolo con diversos ingredientes. Después no hay más que servirlo como más nos guste, desde acompañado de rebanadas de pan para montar mini tostas hasta con una selección de galletas saladas, nachos, regañás, crackers o crudités de verduras.
La mayoría de ingredientes de esta selección seguro que ya esperan en tu despensa o en la nevera, y muchos son productos típicos que se quedan en botes a medio gastar esperando una salida que los salve de la basura antes de estropearse para siempre. Puedes probar con una de las sugerencias o combinar varias entre sí, y lo mejor es que no hay medidas que valgan; no temas en ir añadiendo a ojo, probando y ajustando cantidades a tu gusto.
Hierbas frescas aromáticas
Un simple manojo de cebollino picado finamente transforma el queso crema en un dip o paté exquisito que se puede enriquecer combinando otras hierbas que tengamos en casa. Hay poco margen para el error y solo recomendamos ir añadiendo poco a poco, mezclando y probando hasta dar con la intensidad que más nos guste.
Las clásicas mediterráneas provenzales combinan juntas muy bien, pero podemos darle un toque más exótico con cilantro o con alguna hierba que hayamos comprado para otra receta y que ya no sepamos cómo usar. Perejil, tomillo, eneldo, romero, perifollo, orégano... Un poco de sal y pimienta redondearán la mezcla.
Encurtidos y aceitunas
La bomba de sabor salado, ácido y umami, a veces con su punto dulzón y otras con picante, de estos básicos de despensa, merece más atención. Pepinillos, alcaparras, aceitunas, alcaparrones, cebollitas, ajos, piparras, zanahorias o cualquier otra verdura encurtida, o una mezcla de ellas (como el típico picadillo para la ensaladilla murciana) transformará el sabor y la textura del queso.
Latas marineras, ahumados y salazones
Las anchoas de calidad media -no hace falta dejarse el sueldo en ellas para esta preparación-, bien picadas, también proporcionan un sabor intenso y umami al queso cremoso, que suele ser neutro o dulce. No en vano las usamos como ingrediente potenciador de multitud de salsas, como la César o la puttanesca.
Pero no es la única conserva del mar que podemos mezclar con este queso para elaborar un aperitivo marinero instantáneo; atún o bonito, mejillones, berberechos y sardinillas son buenas opciones, así como los ahumados clásicos, bien picados. Las salazones como mojama o hueva, rallada o picada, conforman otra buena alternativa. Por su intensidad salina siempre es mejor ir añadiéndolos en cantidades moderadas, y no echar más sal.
Embutidos y chacinas
Recurrir al embutido o incluso fiambre que tengamos en la nevera es un buen recurso para aprovechar sobras o seducir a los que prefieran sabores más cárnicos o ibéricos en el aperitivo. Aquí hay libertad casi absoluta para jugar y probar nuevas combinaciones: jamón serrano o cocido, chorizo, lomo, cecina, mortadela, pavo, beicon crujiente, etc.
Mezclas de especias
Casera o con un mix comercial ya listo para usar, podemos emplearlas por sí solas o como añadido a cualquiera de las demás combinaciones de este recopilatorio. De nuevo el universo que se abre ante nosotros es inabarcable según gustos o lo que tengamos en casa.
El curry típico de supermercado le va muy bien a las hierbas frescas y a los encurtidos, pero también son buenas opciones mezclas más especiales como el zaatar, el ras el hanout, el shichimi togarashi o un furikake japonés.
Hortalizas crudas
Aquí funcionan mejor las verduras crujientes que no suelten demasiada agua al cortarlas, y es preferible el añadirlas recién ralladas finamente, aunque también nos pueden servir muy picaditas.
Zanahoria, rabanitos o rábano blanco, calabacín crudo, pepino, col blanca, lombarda o repollo, apio, cebolleta verde o alguna lechuga especialmente firme y crujiente son buenas opciones. Si no nos importa teñir nuestro queso, la remolacha cocida o asada es otro gran recurso, aunque combinada con otros ingredientes para reducir su dulzor.
Salsas y condimentos
Otra buena idea para tirar de depensa o nevera y sobras. No hay más que sacar los botes de salsas o vinagretas que tengamos por casa e ir añadiendo a nuestro gusto al queso crema, probando y haciendo ajustes sobre la marcha. A medida que demos con nuevos sabores, nos llegará la inspiración para completar la mezcla con otros componentes.
Mostaza, salsa de pescado, harissa, salsa César, salsa de soja, salsa barbacoa, sriracha, distintos vinagres, salsa worcestershire, mayonesa, aceite de hierbas, tahina, aceite de sésamo... todos tenemos tarros o tubos a medio gastar -o sin abrir- en la despensa.
Fruta fresca y seca
Una mezcla de ambas o combinadas con otros ingredientes que complementen el dulzor de las frutas puede regalarnos sabores deliciosamente adictivos. Un buen vinagre o toque picante, así como frutos secos tostados ligeramente salados, harán buen maridaje con uvas pasas, dátiles, higos, orejones, manzana fresca o pera, piña, melocotón, etc. El tomate seco en aceite es otro ingrediente fantástico para dar sabor al queso de untar.
Mermelada, compota y chutney
Más fácil aún que la fruta fresca es abrir un tarro de conserva, o aprovechar el que ya tengamos rondando por la nevera. Mermeladas y queso cremoso hacen una combinación deliciosa, aunque para el aperitivo nos puede interesar más una compota menos dulce, u optar por chutneys con su punto salado, agrio y picante.
Otra alternativa es recurrir a mermeladas de ingredientes más salados, como la de beicon, de pimiento, vino tinto o tomate.
Cebolla caramelizada o frita
Esta hortaliza básica de la cocina se merece una consideración aparte en dos de los formatos que más alegrías aportan con su presencia en multitud de platos. Con un sabor muy distinto y dos texturas totalmente diferentes, podemos decidirnos solo por una o combinar ambas, añadiendo la frita por encima para no perder su factor crujiente.
Frutos secos y semillas
En ambos casos tendremos mdás sabor si los usamos tostados, bien ya comprados así, bien pasados por una sartén sin engrasar al momento. Las mezclas que venden para aderezar ensaladas son un recurso fácil pero siempre podemos personalizarlas al gusto, según los demás ingredientes que hayamos añadido.
Nueces y queso son un maridaje clásico, pero no el único posible. Los pistachos o unos cacahuetes picados nos darán nuevos sabores, incluso podríamos usar los típicos fritos con miel, aunque no sean los más saludables del mundo.
Patatas fritas y otros snacks
Precisamente terminamos con otra idea que no gustará mucho a los nutricionistas, pero que nos regalará un picoteo casi adictivo: las patatas fritas tipo chips comerciales, y snacks afines, como nachos o pretzels salados. Machacadas en trocitos y combinadas con el queso crema obtendremos un bocado cremoso, crujiente, dulzón y salado, todo al mismo tiempo, para untar, dipear o emplear como base de canapés.
Y si usamos patatas fritas de sabores aventureros como las de jamón, trufa, huevo frito, de pollo asado, chile picante o queso, la experiencia gustativa puede ser mucho más interesante.
Fotos | Unsplash - Pixabay - Marcho Verch - Saaleha Bamjee
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