Creo que en varias ocasiones me he declarado abiertamente una quesera irremediable. Me gusta el queso en cualquiera de sus formas, variedades y tipos. He probado muchos (no tantos como quisiera) y no he encontrado ninguno que no me haga disfrutar. Me da igual comerlo tal cual, que usarlo como ingrediente de recetas, que empanarlo y pasarlo por la sartén como he hecho con estos triángulos de Camembert fritos. Un aperitivo del que no conviene abusar porque llena mucho y, además, es un bombazo para la línea.
Los triángulos de Camembert fritos son un capricho que podemos darnos de vez en cuando. Meterse en la boca una porción y sentir cómo escapa el queso fundido en su interior es algo tremendamente placentero. Conviene comerlos calientes, pero no recién fritos, y acompañados de alguno dulce que les aporte un contraste de sabor. Las uvas son mi preferencia, ya sabéis que uvas y queso saben a beso, pero cada cual que lo adapte a sus gustos.
Antes de comenzar es importante asegurarse que el queso Camembert está bien frío para que lo podamos manipular sin problema. Para ello, lo tenemos en la nevera o lo metemos en el congelador 20 minutos antes de comenzar. Cortamos el queso en 12 porciones de igual tamaño y las separamos. Batimos el huevo junto con la leche. Pasamos cada porción de queso por el huevo y, después, por el pan rallado. Repetimos la operación para crear una capa de empanado gruesa y que no se nos escape queso al freír.
Calentamos abundante aceite en una sartén pequeña, sin pasarnos con la temperatura para que los triángulos de queso no revienten con el contraste. Mi placa de inducción tiene nueve posiciones y yo he utilizado la número siete. Freímos los triángulos de dos en dos, volteando una sola vez y procurando manipularlos lo menos posible. En cuanto tomen un poco de color, los retiramos y dejamos que escurran sobre papel absorbente. Esperamos unos minutos antes de servirlos y los acompañamos de uvas, mermelada, chutney, miel, etc.
Con qué acompañar los triángulos de Camembert fritos
Ni que decir tiene que los triángulos de Camembert fritos son un aperitivo perfecto para los amantes del queso. Es importante comerlos calientes para disfrutar de la textura que adquiere el queso con las altas temperaturas. El exterior crujiente y el interior líquido producen un contraste brutal y divertido, así como el acompañarlos de frutas o algún tipo de mermelada.
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