Este arroz con gambas al ajillo es una receta deliciosa y tan sencilla que estoy convencida que la vas a preparar muchos domingos. O cualquier otro día de la semana.
Su elaboración no tiene ningún misterio, es un arroz sencillito, que va aromatizarse con las gambas y el ajo, sin necesidad de añadir caldo. Si quieres sustituir el agua por un buen caldo de pescado va a quedar mucho más sabroso, pero la idea es que, con esta técnica, puedes tener un estupendo plato de arroz sin tener que liarte como en una paella.
Lo primero que tienes que hacer es unas gambas al ajillo tradicionales, pero en una sartén u olla baja amplia, en la que luego vamos a cocinar el arroz. Calienta una cantidad generosa de aceite y sofríe unos cuantos dientes de ajo junto con dos pimientas de cayena y las cabezas y cascaras de las gambas que vayas a cocinar. Necesitas que el aceite coja sabor, pero con rehogar todo un par de minutos es más que suficiente.
Retira las cáscaras y, en ese mismo aceite, fríe las gambas peladas, a fuego vivo, durante un par de minutos. Cuando estén listas retíralas (junto a la mitad del aceite) y añade pimentón y un poco de sal. Es ahora el momento de echar el arroz para que se aromatice con el aceite. Un par de minutos después, incorpora el agua que necesite tu arroz –en la proporción que indique el paquete– y una pizca de sal.
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Cuece el arroz a fuego vivo durante los primeros 5 minutos, pero luego baja el fuego y dejo que se termine de cocer 12-13 minutos más o hasta que el agua se haya evaporado por completo. Si te falta agua, echa más hirviendo. Antes justo de que esté listo, incorpora las gambas y el aceite que habías reservado y remueve bien.
Este arroz se prepara por completo en solo 20 minutos y ya verás que da el pego, casi como si fuera una paella de marisco.
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