Las albóndigas al horno son una alternativa perfecta a las tradicionales albóndigas en salsa o a las siempre deliciosas albóndigas con tomate, siendo la principal diferencia que estas se elaboran en el horno, sin necesidad de freírlas primero, ni de cocerlas después en una salsa.
Resultan ideales para la hora del aperitivo, pudiéndose compartir en plan de picoteo, y se pueden servir tal cual quedan, sin más salsa, o después bañarlas en una salsa española, una salsa de cebolla o bien cubiertas con una buena fritada de tomate, si las preferís con salsa.
Hacer esta receta no lleva más de 30 minutos, así que es perfecta para dar salida a unos restos de carne picada, o para improvisar un aperitivo o una cena o reunión, cuando queremos poner algo de picar y no nos queremos complicar.
Mezclamos bien la carne picada, salpimentada al gusto con la miga de pan mojada en leche, el ajo, el perejil y un huevo y trabajamos hasta obtener una mezcla más o menos homogénea. Formamos las albóndigas de un tamaño similar al de una pelota de ping pong.
En una fuente, colocamos las albóndigas, las rociamos con aceite de oliva virgen extra y las horneamos hasta que se doren, a 200ºC. Tardarán más o menos unos quince minutos, dependiendo del tamaño. A mitad de cocción, les damos la vuelta para que el dorado quede uniforme.
Preparamos una salsa a nuestro gusto. Para las albóndigas al horno, me gusta mezclar a partes iguales dos cucharadas de salsa soja, otras dos de salsa teriyaki y otras dos de salsa de ostras. Sacamos las albóndigas del horno y las pasamos a una fuente, reservando los jugos de la cocción.
Después, añadimos la mezcla de salsas sobre los jugos que quedaron en la fuente de horno y mezclamos bien, usando la salsa resultante para cubrir las albóndigas hasta que queden como lacadas. Servimos inmediatamente, tras espolvorear las albóndigas con más perejil picado.
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Con qué acompañar las albóndigas al horno
Para acompañar las albóndigas al horno, si las vamos a servir como segundo plato o principal, podemos preparar unas patatas fritas o un poco de arroz blanco. De todas maneras y sin más guarnición, si las ponemos en el centro de la mesa en plan picoteo o aperitivo, basta con poner un cuenco con la salsa sobrante, para que cada uno pinche las albóndigas y las moje en ella a su gusto.
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