La versatilidad de los muslitos o jamoncitos de pollo queda más que clara echando un vistazo por nuestro recetario. Mucho más sabrosos que la pechuga, más cómodos y menos grasos que los contramuslos, cocinados al horno con una aromática salsa tenemos la comida o la cena resuelta.
Podemos dejar la carne marinando unas horas con la preparación antes de hornear, pero si no tenemos tiempo también quedan estupendos asándolos directamente. No hace falta dorar los muslos antes al fuego: un golpe de gratinador al final de la cocción es suficiente para disfrutar de un pollo bien dorado y crujiente.
Precalentar el horno a 200ºC y preparar una fuente (salvo que empecemos la receta unas horas antes). Dejar que el pollo pierda un poco el frío de la nevera fuera de su envase. Lavar, secar y pelar las zanahorias, troceándolas en piezas de tamaño medio. Pelar los dientes de ajo.
Retirar o quemar los posibles restos de plumas de los muslitos y secar con papel de cocina. Salpimentar y disponer en un recipiente. Exprimir el zumo de limón en un cuenco (usar 1 y 1/2 o 2 si fuera muy pequeño o pobre en líquido) y batir con la miel, la mostaza, el vinagre la salsa Worcestershire y el aceite de oliva.
Verter sobre el pollo y embadurnarlo bien. Si hacemos este paso con tiempo, tapar y guardar en la nevera unas horas o toda la noche. Dejar atemperar un poco mientras se precalienta entonces el horno antes de asar.
Disponer el pollo con todos los jugos del marinado en la fuente, añadir la zanahoria, los ajos y el tomillo. Regar con el caldo o vino, reservando un poco. Bajar la temperatua a 180ºC y hornear durante 20 minutos. Con cuidado, dar la vuelta a cada pieza y continuar horneando 20-25 minutos más, echando más líquido si hiciera falta. Finalmente subir la fuente al último nivel del horno, activar el gratinador y gratinar unos 2-3 minutos.
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Con qué acompañar los muslitos
Para la cena, esta receta de jamoncitos al horno no necesita más para ser un plato saciante, pero siempre podemos enriquecer el menú con una guarnición de arroz blanco, puré de patatas, cuscús... o podemos darnos el capricho de freír unas patatas en cubos pequeños para acompañar esa rica salsa.
Otra opción sería triturar la zanahoria, o parte, con los jugos de la fuente para hacer una sabrosísima salsa sobre la que repartir los muslitos. Si la dejamos más espesa, tendremos un puré de zanahoria lleno de sabor.
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