Hace años, durante una visita en México, mi marido y yo fuimos invitados a comer a casa de unos amigos que nos agasajaron con todo tipo de delicias. De entre todas ellas, un plato llamado pastel azteca quedó grabado en mi mente. A nuestro regreso a casa me lancé a prepararlo y, de mi horno, salió esta lasaña mexicana de pollo.
Esta lasaña mexicana de pollo nada tiene que ver con el plato que yo pretendía emular. En aquella época, el uso de internet no estaba tan extendido como en la actualidad así que tocó hacer memoria sobre ingredientes, sabores y texturas. De mi horno salió lo que mi marido llama chicken lasagna, uno de sus platos favoritos, convertido ya en un clásico de mi cocina.
Cocemos las pechugas de pollo en agua hirviendo con sal, junto con la hoja de laurel y los granos de pimienta negra, durante 30 minutos. Dejamos atemperar antes de escurrir y desmigar con las manos o con ayuda de un tenedor. Este es un proceso muy sencillo pues las hebras de la carne de la pechuga de pollo se separan fácilmente, no hay más que tirar de un extremo para que salga la hebra entera. Mezclamos las hebras de pollo con la salsa de tomate y sazonamos.
Engrasamos una sartén con un poco de aceite de oliva, lo suficiente para cubrir la base. Tostamos ligeramente las tortillas de trigo, una a una, por las dos caras. Es fácil ver cuándo hay que voltearlas porque ellas mismas se abomban un poco, como si cogieran aire por dentro, por efecto del calor.
Cubrimos la base de una fuente de horno con una capa fina de salsa bechamel. Sobre ella colocamos una tortilla de trigo y, sobre la tortilla de trigo extendemos una capa de la mezcla de pollo y tomate. Regamos con un chorrito de nata líquida. A continuación, colocamos otra tortilla de trigo, otra capa de pollo y tomate y, nuevamente, nata líquida. Repetimos hasta terminar con una tortilla de trigo.
Cubrimos la lasaña mexicana de pollo con el resto de la salsa bechamel, espolvoreamos con el queso rallado para gratinar e introducimos en el horno, pre-calentado a 200ºC, durante unos 20-30 minutos o hasta que la superficie comience a dorarse. Trascurrido el tiempo de horneado, retiramos la fuente y dejamos reposar cinco minutos antes de servir.
Con qué acompañar la lasaña mexicana de pollo
Si servimos la lasaña mexicana de pollo con una guarnición de ensalada tendremos un completo y equilibrado menú en la mesa y disfrutaremos de una sabrosa comida. La textura de esta lasaña es muy suave, nada que ver con la tradicional de pasta y boloñesa. Las tortillas de trigo aportan una cremosidad increíble al conjunto. Es una delicia de plato y un éxito asegurado.