A las seis de la tarde aparece mi marido en la cocina, con una bolsa del supermercado que contenía una bandeja de pechugas de pollo y un paquete de tortitas mexicanas, la suelta en mitad del mármol y me pregunta “¿hacemos unas tortitas para cenar esta noche?“, y poco clarito tengo yo que cuando dice “hacemos”, en realidad está diciendo “haces“. Pero aún así yo estaba contenta y aliviada, por un día no tenía que darle vueltas a la cabeza, para decidir que cocinar, pero mi dicha duro poco, justo hasta dos horas más tarde cuando me pongo manos a la obra y él asoma la cabeza por el quicio de la puerta y me dice, “recuerda, no tenemos que hacerlas picantes, hoy tengo acidez”. “Recuerda” me dijo, como si me hubiese informado en algún momento del día, así que todo lo que tenía preparado para unas clásicas tortitas mexicanas, con un toque picante no me sirve de nada, con cara de pena volví a abrir la nevera, para guardarlo todo y revisar su contenido, así de improvisadas fueron devoradas esa noche, estas tortitas de pollo cremoso, nada clásicas, pero a cambio muy suaves.
Los ingredientes
3 pechugas de pollo, 1 paquete de tortitas mexicanas, 1 calabacín, 1 cebolla, 1 ajo, 3 cucharadas de queso mascarpone, aceite, sal y pimienta.
La preparación
Pelamos y picamos la cebolla y el ajo. Rallamos el calabacín. Ponemos una sartén al fuego con un buen chorreón de aceite y a fuego bajo vamos sofriendo, cebolla, ajo y calabacín. Cuando todo esté listo, los retiramos y reservamos.
En el mismo aceite echamos las pechugas troceadas en tiritas y salpimentadas. Dejamos que se doren y agregamos las verduras sofritas que teníamos reservadas y las tres cucharadas de mascarpone. Removemos todo muy bien y dejamos en el fuego un par de minutos más para que se derrita el queso y coja el sabor de las verduras.
Tiempo de preparación | 10 minutos
Tiempo de cocción | 30 minutos
Dificultad | Baja
La degustación
Calentamos las tortitas siguiendo las instrucciones del paquete y las rellenamos con el pollo, servimos las tortitas de pollo cremoso todavía calientes. Y si los estómagos lo permiten, una fantásticas y fría cerveza mexicana, bien fresquita, tampoco le viene nada mal.
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