Esta ensalada de garbanzos tostados con mijo es un buen ejemplo de las rutinas de comidas que solemos tener en casa durante esta época, sobre todo si voy a tener poco tiempo – o ganas – de cocinar. Una combinación de legumbres y cereales que se puede enriquecer con otros ingredientes al gusto, y que merece la pena preparar de más para tenerlos listos por separado en la nevera. Así se pueden preparar platos ligeramente distintos a lo largo de toda la semana.
Le he cogido el gusto al mijo, un cereal que se parece al cuscús pero con unas propiedades nutricionales muy interesantes, y además es libre de gluten. Cuando lo cuezo me gusta hacer una buena cantidad ya que aguanta sin problemas varios días en frío y se puede añadir multitud de platos. Combinado con los garbanzos tenemos un plato vegano rico en proteínas, saciante pero de digestión ligera.
Enjuagar bien el mijo y colocar en una olla o cazo con el doble de volumen de agua. Llevar a ebullición, salar, bajar el fuego y tapar. Cocer a fuego medio-bajo durante unos 20 minutos, hasta que se haya absorbido toda el agua. Airear co un tenedor y reservar.
Abrir con cuidado el bote y extraer los garbanzos, escurriendo el líquido. Enjuagar bien con agua y escurrir con suavidad. Lavar las zanahorias y los tomates. Pelar las primeras y ralla o cortar en bastones. Trocear los tomates.
Calentar un poco de aceite en una sartén y añadir los garbanzos. Retirar las posibles pieles que se hayan separando. Salpimentar, agregar la salsa de soja y las especias. Saltear a fuego medio hasta que estén dorados y aromáticos. Dejar enfriar.
Servir en cuencos individuales una ración de garbanzos, otra de mijo, unos cuantos tomates y zanahoria. Agregar perejil fresco picado, salpimentar al gusto y aliñar con aceite de oliva virgen extra.
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Con qué acompañar la ensalada
Obviamente, esta ensalada de garbanzos tostados con mijo también se puede servir mezclando todos los ingredientes en una ensaladera, pero a mí me gusta preparar las raciones de esta manera. Así cada comensal puede añadirse más o menos cantidad de cada componente, y al guardarse las sobras por separado se pueden reutilizar en otros platos. Una ración generosa es saciante y muy completa; con algo de pan y fruta de postre ya tenemos un menú a prueba de estómagos hambrientos.
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