Perfecta para los días de calor más intenso del verano, esta ensalada refrescante combina una buena variedad de tomates cherry de colores con el crujiente y suave pepino baby para potenciar el efecto hidratante de la misma. Añadiendo unas ciruelas de temporada le ponemos un punto dulce que contrasta deliciosamente bien con el amargor fresco de la rúcula, aunque, si no es de tu agrado, puedes sustituirla por canónigos, espinacas baby o unos cogollos picados.
Lavar bien, con suavidad, y secar los tomates, los pepinos y las ciruelas. Cortar los cherrys por la mitad longitudinal, cortando a su vez las mitades en dos partes en el caso de las variedades más grandes. Disponer en una fuente.
Cortar en rodajas finas, un poco al gusto según las queramos más crujientes, los pepinos, y añadir a la fuente. Cortar las ciruelas por la mitad, retirar el hueso y cortar en gajos de un bocado. Mezclar con las hortalizas.
Salpimentar y regar con el limón y el aceite de oliva. Añadir orégano y tomillo al gusto, y mezclar todo suavemente. Servir con la rúcula aparte o combinar en la misma fuente si se va a servir inmediatamente, para que no se reblandezcan las hojas. Añadir el queso desmenuzado y un chorrito extra de aceite de oliva.
Con qué acompañar la ensalada
Saciante pero ligera, esta ensalada colorida podemos compartirla entre dos una de esas tórridas noches en la que no apetece nada mínimamente más pesado o complicado de preparar, acompañada de algo de pan casero que podemos hacer sin encender el horno. Es también una buena receta para combinar con un pescado a la plancha o asado, y perfecta para sumar a las guarniciones de una barbacoa. Podríamos hacerla más completa sumando huevo escalfado o cocido, o una conserva de pescado.
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