La pasta funciona de maravilla como base para platos fríos que también preparan y comen con gusto en Italia sin que se considere en absoluto un pecado. Allí se suele llamar pasta fredda y no tiene más misterio que usar pasta de calidad, cocida en su punto y combinada con ingredientes frescos que resulten en un plato ligero, pero nutritivo. Y sirve prácticamente cualquier variedad, incluso espaguetis.
Remarco lo de prácticamente, porque pongo en duda que en Italia vean con buenos ojos utilizar pasta rellena para este menester. Suena más a invento estadounidense, pero en este caso tengo que darle la razón a la cocina italoamericana. Si podemos hacer ensaladas de pasta con fussilli -tornillos, hélices-, farfalle -pajaritas, lazos o mariposas-, penne rigate -macarrones o plumas rayadas- u orecchiette, ¿por qué no aprovechar también las que llevan relleno?
Solo pongo una salvedad por delante: que sean pastas secas. La pasta fresca rellena es demasiado contundente y delicada como para que funcione bien en una ensalada, aunque no diría que no a tomarla en un plato frío. Pero las ensaladas, tal y como las concebimos por aquí, exigen una forma de pasta que aguante mejor el mezclado, aliño, reposo y transporte.
Por eso la ensalada de pasta con tortellini es mi receta básica para jugar y probar variaciones durante el verano. Los tortellini son perfectos: un formato corto de pequeño tamaño, rellenos pero sin avasallar y que además aguantan mejor la cocción y el enfriado. Cocidos al dente, al ser una pasta seca, quedan ligeramente duros o firmes por fuera y son mucho más agradecidos en una ensalada con otros ingredientes.
Elige el relleno que más te guste o en función de los demás componentes de la ensalada, y tendrás un plato más complejo, más rico en sabores y más saciante. Perfecto para salir de la rutina durante el largo verano.
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