Desde mi más tierna infancia, los pimientos me han atraído una barbaridad, cultivarlos, regarlos con los pies descalzos, cosecharlos, hacer conservas con ellos, enristrarlos, secarlos, asarlos, freírlos, comerlos… si es que son increíbles… He vivido en muchos lugares y, siempre, de mi ventana ha colgado, al menos, una ristra de pimientos.
Hoy os voy a contar cómo secar pimientos en casa para conservarlos, y así tener para todo el año. Es muy sencillo y divertido, y el resultado, organolépticamente hablando, es bastante mejor que el pimiento enristrado, aunque este, el enristrado, tiene la ventaja de que crea hogar, todo el año.
Es recomendable elaborar esta receta a finales de agosto o comienzos de septiembre, que es cuando abundan los pimientos, por la mañana, para ponerlos al sol nada más prepararlos. En primer lugar prepararemos el sitio donde los vamos a secar. Lo suyo es una tabla en una terraza o similar, donde de el sol la mayor parte del día y apenas corra aire (todo es salvable, si hace menos sol no pasa nada y si corre el aire se protege la tabla y ya está… bueno y si no tenemos terraza, pues nos apañaremos dentro de casa).
Ponemos una gran olla al fuego llena de agua. Mientras esperamos que el agua comience a hervir, lavamos los pimientos, los secamos, los despojamos del brinzón (como podéis ver en la foto), y los abrimos a lo largo.
Cuando el agua comience a hervir, le añadimos un par de puñados de sal gruesa y, poco a poco, en tongadas de 6 u 8, vamos escaldando los pimientos, apenas un par de minutos. Lo suficiente para que pierdan algo de rigidez, nada más. Sacamos escurridos.
Una vez todos los pimientos escaldados, los vamos colocando sobre la tabla, piel abajo, abiertos y ordenados.
Al día siguiente, como veis, se habrán secado bastante, sin embargo tienden a rizarse por los extremos, así que los estiramos para evitar que se pudran por ahí.
Y tres días después, ya veis como han quedado. Están preciosos, rojos, brillantes y secos. Huelen genial. La verdad es que esta receta es una maravilla. Bueno, los recogemos y los metemos en botes de cristal perfectamente limpios y secos, y los tapamos. Los colocamos en un rincón oscuro en la despensa y ya está, pimientos secos para todo el año.
Con qué acompañar los pimientos secos caseros
Estos pimientos secos al sol, se utilizan con las lentejas, las verduras cocidas, para la vizcaína son imprescindibles, así como para el ajopollo. Con las migas, indispensables para las gachas, espectaculares fritos con huevos. En estofados, guisos y asados, con carnes, con pescados, en el arroz.
En fin, para mí son del todo imprescindibles, cuando menos, hacen que una patata cocida, regada con aceite de oliva virgen extra y sal, sea una delicia y luzca en el plato como una verdadera reina. Si encima hay bacalao…no os digo nada.
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