Parece que la calabaza, reina indiscutible de la cocina española en otoño, está sometida a una dictadura que siempre la lleva por los mismos derroteros. Una ingrata vida a la que sometemos a esta cucurbitácea y que hace que sean las cremas de calabaza su más que posible destino.
Digamos que, en términos gastronómicos, la calabaza parece predestinada. Si no es triturada sin compasión, que también puede ser en forma de puré de calabaza, la otra salida habitual de ellas suele ser el de la calabaza asada.
Pero en DAP creemos en el más allá. Al menos en el de las calabazas, las cuales tienen suficiente dignidad y entidad como para que no parezcan condenadas al horno y al pasapurés.
Razón por la que hoy, además, venimos con una receta fácil, rápida, barata y completa. ¿Magia?No, un cuscús de pollo y calabaza que podéis tener resuelto en menos de media hora y que tiene hidratos de carbono, proteínas y, además, verduras con las que sentirnos menos culpables.
Tanto es así que es la reina de mis táperes de lunes porque no exigen demasiada preparación y en un domingo tonto, mientras haces otras cosas típicas de domingo, como quejarte por tu vida, ver el fútbol o poner lavadoras, resuelves casi sin mirar.
De hecho, es un plato que podríamos calificar como un plato de sobras, porque aquí podríais utilizar una pechuga de pollo que ya tuvierais cocinada. E, incluso, unos trozos de calabaza asada que os hubieran sobrado de una guarnición. Eso ya, a vuestro gusto.
Lo único que hay que hacer en caso contrario es cocinar el pollo –como queráis– y la calabaza, dejándola en cubos pequeñitos que permitan que la cocinemos rápidamente con un salteado. Después, añadís en la sartén unas cuantas especias y, por último, agregar las salsas que le darán alegría a la mezcla.
Nosotros ponemos salsa picante, salsa Worcestershire y un poco de miel, mezclando todo bien. Si veis que se seca, agregáis agua. Dejáis que se cocine la calabaza hasta que quede tierna –pero firme– y metéis el cuscús ya cocido, revolviendo bien para que todo se integre. Después incorporáis el pollo, picado o troceado, y unas espinacas frescas también picadas y estaréis dispuestos a salir por la puerta grande de la cocina con una faena impresionante.
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