Aunque en DAP hemos hecho un montón de recetas con espinacas y nos gustan de todas las maneras: salteadas, rehogadas, en ensalada de espinacas, en quiche, en crema o en tortilla, hemos de reconocer que no todo el mundo es igual de admirador de esta verdura de hoja verde.
Por eso llega el remedio infalible para hacer más grato cualquier plato verde, en este caso las espinacas con bechamel, pero que también funciona de maravilla para hacer otros gratinados de hortalizas como pasa con el brócoli, los espárragos o la coliflor.
En este caso, como es lógico, el único misterio es hacer una buena salsa bechamel que no supondrá ninguna dificultad y que luego nos va a permitir bañar con su cremosidad a nuestras espinacas, que en esta ocasión son del tipo baby, que son más tiernas, pero incluso puedes apostar por espinacas congeladas.
La receta, al gusto, se puede seguir engordando con jamón, panceta, gambas, bacon, con huevo, con un poco de queso rallado o incluso se puede terminar sin horno, aunque gratinadas quedan de maravilla. Como truco final, podéis coger esta misma receta y convertirla en unos canelones o en la salsa de un plato de pasta, como unos macarrones, sin dificultad.
La preparación consta de dos fases, primero será hacer las espinacas y luego la bechamel, aunque lo podéis hacer de manera simultánea porque no tiene complicación.
- Para las espinacas:
Ponemos en una sartén a fuego medio dos cucharadas de aceite de oliva suave y el diente de ajo en camisa( aplastado con su piel). Cuando empiece a dorarse añadimos las espinacas baby, salpimentamos y salteamos el conjunto durante cinco minutos a fuego medio alto. Sacamos y dejamos escurrir mientras se hace la bechamel.
- Para la bechamel:
Ponemos en un cazo pequeño a calentar la leche. Ponemos en otro cazo a fuego medio la mantequilla, cuando se derrita y empiece a burbujear añadimos la harina, movemos con varilla constantemente y cocinamos el conjunto durante tres o cuatro minutos. Vertemos la leche caliente de una vez mientras se mueve enérgicamente con las varillas y cocinamos cinco minutos a fuego medio-bajo. Ponemos a punto de sal y pimienta.
Por último, ponemos las espinacas escurridas en una fuente, cubrimos con la bechamel y gratinamos en el horno a 180 ºC hasta que tengamos el gratinado deseado, que también podemos rematar con algo de queso rallado y servimos bien caliente.
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Con qué acompañar las espinacas con bechamel
Es un plato que funciona, dependiendo de la compañía, como primer plato o como principal, e incluso como plato único, pero con una ensalada, un buen aperitivo o algún postre fácil y rápido tendremos el menú resuelto en menos de lo que nos damos cuenta.
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