Hubo un tiempo en que acostumbraba a comer caldo gallego casi todos las semanas. En invierno lo tenían casi a diario en el menú del día del restaurante O' Buraco, al que era asiduo, y lo pedía siempre.
Cuando cerró miré para prepararlo en casa y la verdad es que es mucho más fácil de hacer de lo que parece. La única dificultad reside en encontrar grelos y unto, el tocino rancio imprescindible para hacer este plato, pero si los localizas, es pan comido.
Por lo demás, se prepara como cualquier otro potaje. Solo hay que cocer alubias blancas (que debes recordar poner en remojo) con un buen trozo de lacón y un hueso de espinazo durante una hora y media o hasta que las veamos blandas pero no deshechas. Después añadimos las patatas chascadas y uno o dos chorizos, el unto y, al final, los grelos, que se cuecen en unos 20 minutos.
El caldo gallego es ideal para un día frío acompañado de un buen tinto gallego y un trozo de pan. Cocinado a fuego lento mejora mucho de un día para otro, los sabores se combinan y, siendo un potaje muy sencillo, resulta un plato exquisito.
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Además, es un plato muy completo en el plano nutricional, aunque lleva carne, es un potaje muy rico también en verduras y un perfecto plato único, con todos los nutrientes que necesitas para pasar el día.
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