Si hay un plato en el archipiélago balear que representa el verano, ese es el tumbet mallorquín. Se prepara cuando los tomates, las berenjenas, los calabacines y los pimientos se encuentran en su mejor momento. Sirve de guarnición para casi todo: carne, huevos o pescado. Aunque también se puede servir tal cual.
La tradición manda que, a la hora de emplatar, se monten capas con cada uno de los ingredientes. Empezando por la patata, siguiendo por la berenjena, el calabacín y los pimientos. Se remata con salsa de tomate casera. El tumbet mallorquín es un disfrute total y absoluto para los sentidos.
Empezamos lavando las berenjenas, les quitamos los extremos y las cortamos en rodajas no demasiado finas, sin pelar. Las disponemos en una bandeja de horno, espolvoreamos con sal y dejamos que suelten sus jugos. Secamos con papel absorbente.
Lavamos el resto de verduras (también pelamos las patatas) y cortamos cada una en rodajas de un poco menos de un centímetro. Freímos las verduras por separado en abundante aceite de oliva virgen extra.
Colocamos las verduras en una bandeja de horno cubierta con varias capas de papel absorbente. Dejamos que escurran el exceso de aceite. Emplatamos formando capas con las verduras. La patata en la base, después la berenjena, el calabacín, el pimiento y, por último, la salsa de tomate casera.
Con qué acompañar el tumbet mallorquín
El tumbet mallorquín es una guarnición perfecta para carnes, pescados y huevos fritos. Si sobra algo, cosa bastante improbable porque está delicioso, se puede preparar una tortilla. Merece la pena hacer gran cantidad y solucionar la comida o cena del día siguiente con este truco.
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