Este pan de maíz dulce, es una receta saludable y perfecta para los intolerantes al gluten. El resultado es una masa amarilla, de buena miga y textura esponjosa. Y lo mejor, es fuente de proteínas y perfecto con aguacate machacado, hummus, tomates asados o simplemente solo, para comer tostado.
Con estos sencillos ingredientes: maíz dulce, harina de garbanzos, lino molido y cúrcuma, tienes un pan para la tarde o para un almuerzo o cena de sandwich improvisado. Mismo cortado en cuadrados, es perfecto para llevar al trabajo y compartir en la oficina con el café de la mañana.
Personalmente, soy fanática de estas alternativas de panificados exprés, como es el pan de brócoli y harina de quinoa. Y esta receta no es la exepción, que además de ser vegana, está cargada de grasas saludables para el corazón y de fibra. Al ser libre de gluten y de levadura, es más denso en comparación al pan blanco o al de molde. Por esto, me gusta tostar cada rodaja para un acabado más crujiente y sabroso. Se puede utilizar maíz congelado o fresco y quedará bien de todas maneras.
Encender el horno a 180 ºC.
En una batidora o licuadora, mezclar el maíz dulce con el agua (o leche) por unos minutos hasta lograr una salsa amarilla.
En un cuenco, volcar la mezcla anterior y añadir los ingredientes secos; la harina de garbanzos, las semillas de lino y la cúrcuma molida. Con ayuda de una cuchara revolver para mezclar e integrar.
Elegir un recipiente apto para el horno (puede ser tanto redondo o cuadrado, como más te guste) y con ayuda de un pincel, pintar las paredes con aceite de oliva. Verter la masa del pan en el molde y cubrir con unos granos de maíz por encima para un acabado crocante.
Hornear durante 50 minutos y retirar cuando la parte superior esté dorada. Dejar reposar durante 15 minutos antes de cortar.
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Con qué acompañar el pan de maíz
Este pan de maíz marida con los sabores dulces y salados, y como se prepara rápido sin levadura, es especial para acompañar una ensalada o sopa fría, o bien puede ser la guarnición de un plato de legumbres y verduras. De hecho, es un bocado tan rico que se puede disfrutar sin nada más. Una vez cocido, se recomienda comer en un plazo de tres días y almacenar en un lugar fresco y oscuro.
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