Elaborar nuestro propio equivalente de buttermilk es muy fácil, pero cuando me encuentro con un bote de este particular lácteo no puedo evitar comprarlo. Normalmente utilizo la mitad para algún bizcocho o pastel, y luego improviso con lo que ha sobrado. En esta ocasión me decidí por emplearlo en un sencillo pan de molde con buttermilk que ha sido perfecto para los desayunos.
El suero proporciona a la masa un efecto similar al de la leche, dejando una miga tierna, blanca y suave, aunque con un aroma especial. Tiene un sabor neutro, pero podríamos convertirlo en un pan dulce tan sólo con añadir una mayor cantidad de azúcar a la masa. Para hacer buttermilk casero sólo hay que mezclar 250 ml de leche con 10 ml de zumo de limón, y dejar reposar unos 15 minutos.
Colocar el agua templada en un cuenco, desmigar la levadura fresca, añadir una pizca de azúcar y mezclar bien. Tapar con un paño y dejar fermentar unos 20 minutos. Disponer la harina en un recipiente amplio y formar un hueco. Añadir el fermento, el buttermilk y la miel, y trabajar todo junto hasta que se incorpore. Tapar y dejar reposar 30 minutos.
Añadir la sal y amasar siguiendo el método que se prefiera durante unos 10-15 minutos, hasta conseguir una masa suave, elástica y lisa. Engrasar un cuenco limpio, formar una bola y colocar dentro la masa. Tapar y dejar levar hasta que doble su tamaño.
Deshinchar ligeramente la masa. Darle forma de cilindro, apretando bien las juntas, y colocar en un molde rectangular previamente engrasado. Tapar y dejar que crezca de nuevo, alrededor de 45 minutos o 1 hora. Precalentar el horno a 220º C.
Pintar la superficie del pan con el huevo ligeramente batido (o con leche tibia), y hornear durante unos 42-45 minutos. Si se dora demasiado, cubrir la parte superior con papel de aluminio. Dejar enfriar sobre una rejilla por completo.
Con qué acompañar el pan de molde con buttermilk
Como comentaba al principio, este pan de molde con buttermilk es estupendo para el desayuno o la merienda, tanto al natural por ser muy tierno, como en forma de tostadas. Su sabor neutro sin ser dulce lo hacen perfecto para acompañarlo de lo que más nos apetezca, mermelada o miel, queso o jamón, hummus o aguacate y tomate...
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