Como parte de las tradiciones de Adviento, son varios los países europeos que celebran la llegada de San Nicolás el día 6 de diciembre. Además de hornear muchas, muchas galletas, son típicas las masas semidulces de panecillos tiernos con formas navideñas. En Suiza se hacen los divertidos -y difíciles- grittibänze, pero con cortadores de galletas grandes podemos hacer versiones mucho más fáciles para alegrar los desayunos y meriendas previos a las fiestas.
Como siempre decimos al comentar este tipo de masas, hay que evitar caer en la tentación de añadir demasiada harina si nos parece muy pegajosa o húmeda, si queremos unos panecillos realmente tiernos y sabrosos. Con una batidora amasadora el trabajo se simplifica, pero a mano siempre podemos aplicar la autólisis o reposos para dejar que se asiente y el gluten se desarrolle correctamente antes de pelearnos con masas pegajosas.
En cualquier caso, mancharnos las manos y la superficie de trabajo es parte del encanto de estas elaboraciones. Engrasándolas con aceite neutro o mantequilla, o humedeciéndolas ligeramente con agua, el amasado se vuelve más sencillo. Se pueden decorar una vez horneados con un glaseado sencillo de azúcar glasé y agua o leche, para pegar frutos secos o decoraciones navideñas, o también se pueden agregar a las masas antes de hornear.
Procurar tener todos los ingredientes a temperatura ambiente, especialmente la mantequilla y el huevo. Disponer la leche en un cazo y calentar con la vaina de vainilla. Una vez rompa a hervir, apagar, tapar y dejar infusionar mientras se enfría. Debe quedar tibia, que no queme.
Colar la leche tibia a un cuenco y desmigar la levadura encima; agregar dos cucharadas de la harina total y mezclar. Dejar 20-30 minutos, hasta que la levadura empiece a fermentar. Mientras tanto, mezclar en un recipiente grande o en la amasadora el resto de la harina con las especias, la sal y el azúcar. Formar un hueco en el centro.
Echar en ese hueco el prefermento y uno de los huevos ligeramente batido. Comenzar a trabajar la masa hasta que todo quede más o menos integrado. Añadir ahora la mantequilla blanda, troceada, y seguir trabajando hasta homogeneizar. Tapar y hacer una autólisis de 30 minutos (reposo).
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Amasar ahora con energía hasta tener una masa suave, elástica y homogénea, hidratada pero no pegajosa en exceso. Si lo hacemos a máquina será suficiente con unos 10 minutos; a mano es mejor echarle unos 20 minutos. Si se pega demasiado, alternar tiempos de reposo corto y amasado.
Formar una bola, disponer en un recipiente ligeramente engrasado con aceite neutro (girasol) o mantequilla, y tapar. Dejar levar en un sitio cálido hasta que doble su tamaño, alrededor de dos horas. Preparar los moldes, el rodillo y dos bandejas de hornear; batir ligeramente el otro huevo en un cuenco.
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Precalentar el horno a 200ºC. Deshinchar la masa sobre la superficie de trabajo, reamasar un poco y tapar; dejar que se relaje 5 minutos. Ahora, estirar con el rodillo hasta dejar un grosor de 1 dedo gordo. Recortar las porciones con los cortadores y distribuir en las bandejas, dejando espacio para que crezcan entre ellos.
Volver a amasar y estirar la masa sobrante hasta terminar con ella. Pintar los panecillos con el huevo batido y dejar reposar 20 minutos. Finalmente, hornear bajando la temperatura a 180ºC durante unos 15 minutos, hasta que estén dorados y suene hueca la base al golpearlos. Dejar enfriar sobre una rejilla.
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Con qué acompañar los panecillos de Adviento
Aunque suene redundante, lo más sencillo para acompañar estos panecillos de leche navideños es, precisamente, un vaso de leche o su alternativa vegetal al gusto, pero nada nos impide darle más chispa con cacao en polvo o preparando un chocolate a la taza. Están deliciosos también mojados en el café mañanero, o con una infusión especiada a media tarde. Como no son dulces en exceso, siempre podemos animarnos a untarlos con mermelada.
A partir de 48 horas ya se resecan y pierden calidad, aunque un golpe ligero de microondas los revive para tomar al instante. Si no se van a consumir todos, lo mejor es congelarlos recién hechos, una vez se hayan enfriado.
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