Negar la evidencia de que el salmón se ha ganado un importante hueco en nuestra vida es absurdo. Abanderado de la gastronomía noruega, son muchísimas las recetas de la cocina española que se pueden adaptar para este pescado azul, quizás el más popular en el día a día de nuestras casas.
Razones no le faltan para ser idolatrado. Gran disponibilidad, pocas espinas, carne jugosa… Los argumentos para que el salmón se haya ido adueñando de nuestros estómagos son inconstestables.
Tanto como su versatilidad gastronómica, claro. Uno de los ejemplos más claros sucede con el salmón al horno, siendo una forma muy fácil de sacar todo el partido a sus lomos, pero no es el único camino a la gloria con él.
Es un pescado que, en general, se lleva muy bien con las salsas. Motivo que lo hace especialmente lucido para recetas algo más festivas o elaboradas, si queremos huir del clásico salmón a la plancha. Aunque yo, a título personal, no encuentro motivos para querer huir de él.
No obstante, hay recetas que son la mar de lustrosas, como sucede con este salmón en salsa de limón –donde también habrá un poquito de ajo– y que nos permite unir lo mejor de tres mundos: salmón, salsas para mojar y un toque cítrico que refresque el conjunto.
Cualquier pescado graso se lleva bien, en líneas generales, con elementos ácidos o cítricos que suavicen la sensación grasa. Puede ser el salmón, como mencionamos en este caso, pero también es aplicable al bonito del norte, siguiendo con pescados de una talla similar, o el atún –en cualquiera de sus versiones– o incluso cuando hablamos de sardinas, boquerones o caballa.
La receta en concreto no tiene ciencia, más allá de que debemos dorar ligeramente las tajadas de salmón antes de hacer la salsa. Cuando hayan cogido cierto color, en la misma cazuela salteamos una chalota y un diente de ajo bien picado. Después, añadimos harina, removemos para que se cocine un poco e incorporamos nata líquida, leche evaporada y caldo de pescado, dejando que todo reduzca.
Llegado ese momento, agregamos la ralladura de un limón, el eneldo bien picado y volvemos a meter el salmón en la cazuela, dejando que todo se cocine durante un minuto y ya estará listo para emplatar.
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