Hoy os traigo un exquisito y económico plato de sardinilla o parrocha en tartera muy típico de mis tierras gallegas. La sardinilla, también llamada parrocha, es la sardina joven, un pescado azul graso rico en omega 3 y con gran cantidad de proteína.
En el mercado es uno de los pescados más económicos y sin embargo después llena de sabor cualquier plato, ya sean guisadas como las de hoy, o bien a la sartén o plancha. Casi siempre se preparan con la tripa, pero en esta ocasión os recomiendo para hacerlas en la cazuela que las abráis y las limpiéis, pues son más difíciles de comer con la salsa si van enteras.
Comenzaremos limpiando las parrochas. Para ello las abrimos y les quitamos la tripa, seguidamente vamos pasando por el agua del grifo de una en una para que se limpien de su escama pequeña, las dejamos secar en una rejilla o sobre papel absorbente de cocina. Las reservamos.
Picamos la cebolla en rodajas menudas y pelamos los tomates y cortamos en rodajas no muy gruesas. Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas como de medio centímetro de grosor. Reservamos.
En una cazuela de fondo grueso y base ancha ponemos el aceite a calentar y pochamos durante 15 minutos la cebolla y el laurel. Una vez esté pochada colocamos las rodajas de tomate por encima de esta. Seguimos cocinando a fuego medio. Salamos
Colocamos por encima del tomate rehogado las rodajas de patata, salamos, subimos el fuego y dejamos que se rehoguen ellas durante cinco minutos. Echamos el vino y el agua y cuando llegue a hervir bajamos el fuego y dejamos que se vayan haciendo las patatas.
Cuando las patatas estén prácticamente cocidas colocamos las parrochas limpias por encima en otra capa, salamos, tapamos la olla y dejamos que se cocinen durante cinco minutos. Servimos bien caliente.
Con qué acompañar las sardinillas o parrochas en tartera
Las sardinillas o parrochas en tartera es un plato de pescado muy cómodo cuando tenemos varios comensales. Al hacerse la guarnición junto con el pescado no tenemos que estar pendientes de dos elaboraciones, y además al ir en tartera prácticamente, y al contrario de cuando se hace la sardina a la sartén, no huele nada la casa a pescado.
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