La trucha con jamón es un plato emblemático de la cocina española, especialmente popular en zonas como Navarra, donde este pescado de río es especialmente abundante.
El consumo de trucha no ha dejado de disminuir en España –en favor, sobre todo, del salmón–, pero sigue siendo una opción accesible (y generalmente económica) para disfrutar de exquisitos platos como el que hoy nos ocupa: una elaboración tradicional que merece la pena reivindicar.
Existen muchas versiones parecidas de esta receta, que a veces se hace solo friendo el pescado, pero los mejores resultados se obtienen pasando el pescado primero por la sartén, para tostar la piel, y luego por el horno, para que se haga de forma homogénea y quede jugoso.
En primer lugar, precalienta el horno a 200º. Mientras se calienta, da tiempo a hacer el resto de la receta.
Las truchas suelen venderse ya evisceradas y abiertas, con el espacio ideal para colocar el jamón. En casa solo debemos volver a limpiarlas, secarlas, colocar un par de lonchas con jamón en el interior de cada trucha, y cerrar estas con ayuda de unos palillos para que no se salga.
Énharina las truchas y fríelas en aceite de oliva bien caliente, en la sartén más grande que tengas. Solo debes freirlas un minuto por cada lado, lo suficiente para que la piel quede crujiente y, al comerlas, se desprenda fácilmente. Si las truchas son grandes (como nos ha ocurrido a nososotros) puede que no te quepan, pero puedes moverlas por cuidado para que se hagan bien por todos lados, manejándolas por la cabeza y la cola.
Una vez fritas, coloca las truchas en una fuente de horno y echa por encima el perejil y el diente de ajo bien picados y el vino blanco. Mete la bandeja en el horno y cocina las truchas durante 15 minutos. Retira los palillos (mejor no encontrárselos en el plato) y sirve de inmediato.
Con qué acompañar las truchas con jamón
Estas truchas son un estupendo plato para comer o cenar, que se puede acompañar, si acaso, de un poco de arroz blanco o una buena ensalada. Para beber, no podemos más que recomendar un buen vino rosado de Navarra, aunque también le va bien al plato un tinto joven o un blanco con cuerpo, como un godello.
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