Confieso que me apasionan todas las coles y crucíferas o brasicáceas comestibles, pero tengo una debilidad especial por el brócoli. Creo además firmemente que es de las pocas que sí queda decente al hervirlo o si te pasas de cocción al vapor, aunque siempre suelo preferir otros métodos de cocción para disfrutarlo.
Pese a que el brócoli al horno asado es el comodín perfecto más sencillo que siempre queda bien, tengo esa receta como un básico de fondo de armario, como el arroz blanco o unas pechugas a la plancha. Porque mi receta favorita de los últimos tiempos la sartén de brócoli al horno con anchoas y parmesano, también muy fácil, pero con una mezcla de ingredientes que hace magia.
No es difícil adivinar por qué está tan bueno: las anchoas y el queso parmesano son puro umami, ese quinto sabor que nos hace salivar y logra sacar oro casi de cualquier ingrediente con el que se combine. Y aunque a mí me gusta el brócoli sin más, reconozco que gana muchísimo con estos compañeros de viaje.
El plato tiene otro as en la manga, y es que combina el salteado en sartén con un golpe final de horno, lo que nos proporciona una textura deliciosa, algo crujiente, caramelizando la hortaliza y atenuando ese toque más sulfuroso de las coles que tan poco gusta a mucha gente.
A veces prescindo de la cebolla, otras añado además algunos frutos secos y hierbas frescas o soy más generosa con el queso, pero siempre queda estupendo. Para tomar tal cual, de plato único saciante y saludable, o como guarnición, se adapta a lo que sea.
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