Tan irresistibles como de la abuela
Vive la patata en un sinvivir gastronómico. Condenada al mundo de las guarniciones, donde las patatas fritas y las patatas asadas dominan, parece que la vida de esta solanácea no da nunca para ser protagonista.
Incluso cuando hablamos de recetas con patatas, lo más habitual es que sea siempre patatas con algo. Patatas con costillas, patatas con carne, patatas guisadas… No vamos a negar que su condición de hortaliza humilde, asequible y todoterreno ayuda, pero también queremos que la patata sea protagonista.
Recetas de la cocina española en las que aparece hay a cientos y nombrarlas todas sería un suicidio. Basta que pongamos sobre la mesa dos ejemplos como la ensaladilla rusa o la tortilla de patatas para comprobar la importancia de este tubérculo que llegó de América para hacer nuestra vida más sabrosa.
Importancia, como la de las patatas a la importancia, la receta que hoy os recomendamos y que huele a cocina casera y también que tiene un papel fundamental en las escuelas de cocina y de hostelería, donde es una elaboración bastante frecuente durante la formación.
Lo es básicamente porque en unas buenas patatas a la importancia confluyen tres elaboraciones en una: rebozado, fritura y cocción. Tres mimbres indispensables para que nos quede cocida, jugosa y tierna sin que se quede dura, blanda o quemada.
Aunque además parezca una elaboración complicada, es más sencilla de lo que parece. Lo fundamental es medir los tiempos y puntos. Empezamos cortando en rodajas de un centímetro las patatas, las sazonamos y pasamos por harina y huevo batido para luego freírlas, dejándolas reservadas después.
Después, hacemos un majado de ajo, azafrán, perejil y sal y en un fondo de cebolla rehogada añadimos un poco de harina, haciendo un roux y dejando que la harina se cocine, hasta agregar el majado. Vertemos vino blanco, dejamos que evapore el alcohol e incluimos un caldo de verduras, donde se cocerán las patatas.
Pasamos las patatas a la cazuela y dejamos que arranque el hervor. Cuando llegue, bajamos a fuego suave y dejamos que cuezan 30 minutos o hasta que queden tiernas, probando con un palillo el punto. Recordad: que el palillo entre con facilidad y tendréis listas vuestras patatas a la importancia.
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