Me encanta cuando mi madre me cuenta que tiene fichada una receta de verduras y me sugiere que la preparemos juntas. Ya os conté la historia del salmorejo de manzana (si no lo habéis hecho, estáis tardando) y hoy vamos con una segunda entrega. Esta vez en forma de albóndigas de calabacín y berenjena, dos de mis verduras preferidas.
Se pueden preparar en cualquier época del año, pero es ahora que están de temporada cuando mejor saben estas albóndigas y más jugosas quedan. Es una receta fácil y, aunque requiere de tiempo y paciencia, el resultado merece ese pequeño esfuerzo.
Hacerlas a cuatro manos resulta la mar de cómodo y agradable. Si tenéis a vuestras madres, padres, hijos, amigos o cualquier otra persona cercana aficionada a la cocina, no dudéis en proponer un cocinado juntos.
Pelamos y picamos finamente el diente de ajo y la cebolla. Calentamos un poco de aceite de oliva en una cacerola o sartén grande y pochamos a fuego suave. Mientras tanto lavamos el calabacín y lo rallamos. Pelamos también la berenjena y cortamos su carne en pequeños dados.
Cuando el ajo y la cebolla estén transparentes añadimos el calabacín rallado y la berenjena picada. Sofreímos a fuego bajo durante 20 minutos, removiendo de vez en cuando. A continuación añadimos los tomates, previamente rallados, y sofreímos 10 minutos más o hasta que quede líquido alguno. Retiramos y enfriamos.
Cuando la mezcla de verduras esté fría la mezclamos con el huevo batido y cinco cucharadas de pan rallado. Salpimentamos al gusto y condimentamos también con una cucharadita de perejil seco. Removemos bien para que se integren todos los ingredientes.
Tomamos pequeñas porciones de la mezcla (que es bastante blandita) y formamos las albóndigas, que pasamos por pan rallado y freímos en abundante aceite muy caliente. En cuanto estén doradas las retiramos y dejamos escurrir el exceso de grasa sobre papel absorbente. Servimos calientes o frías. Al gusto.
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Con qué acompañar las albóndigas de calabacín y berenjena
La verdad sea dicha, estas albóndigas de calabacín y berenjena son tan sabrosas que no necesitan de mucho acompañamiento. Son perfectas como aperitivo, ya sea en caliente o frías, servidas con un poco de pesto de albahaca o salsa de tomate y una bebida bien fresca.
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